Entre las muchas cosas que hemos podido constatar con motivo de la gravísima crisis surgida tras la alevosa invasión con que la Rusia de Putin ha atacado a Ucrania y si algunas consecuencias positivas podemos extraer, destaca la de que por primera vez la Unión Europea haya dado signos de unidad, algo parecido  a lo que ha ocurrido también en el seno de la OTAN, y que en Europa se haya empezado a tener conciencia de que hay que prestar mayor atención a la Seguridad y la Defensa, con reacciones tan significativas como la de Alemania.

Ya veremos si todo esto contribuye a que prospere la vieja idea jamás cuajada de formar un ejército europeo, o si cuando el temporal amaine (o al menos lo parezca porque ya veremos si Vladimiro no nos vuelve a engañar) el imperante espíritu progre y pacifista vuelve a imponerse o no y si las diferencias, producto de egoísmos nacionales, no vuelven a dejar todo como estaba. Pero sí parece que algunos países han llegado a la conclusión de que tienen que incrementar sus gastos de Defensa.

España es el segundo estado europeo después de Luxemburgo que menos porcentaje de su PIB invierte en esta faceta y no parece que vaya a cambiar de criterio por mucha cara de amor a los ejércitos que ponga esa gran actriz que ostenta la cartera de Defensa y que a tantos engaña  haciendo creer que ella es “otra cosa”, Jajá!

El gobierno de España fue el último en decidir mandar ayuda militar a Ucrania tras rectificar su presidente a las 24 horas de haber declarado  que no lo iba a hacer. A ser los últimos en todo ya nos vamos acostumbrando y tener que rectificar para acertar también nos suena. Sánchez hubo de enmendar su yerro al ver que se quedaba solo en el concierto internacional, probablemente tras haber recibido algún aviso y por temor a perder los fondos provenientes de Europa. Pero siempre acaba cogido entre dos fuegos, por un lado el de la lógica impuesta por nuestras obligaciones internacionales y por otro el de sus aliados y socios estomagantes varios. Pero parece que ya se ha arrepentido de aquello que afirmara en 2014 de que le sobraba el ministerio de Defensa, o es que, como dijera la defenestrada Carmen Calvo, entonces no era presidente y eso, en tan voluble personaje, tiene la mayor importancia. No tendrá intención alguna de potenciar la operatividad de las Fuerzas Armadas pero ahora ya no se muestra del dado de los de aquel ideológico y selectivo “no a la guerra”, fundamentalmente porque ahora es él quien manda barcos y aviones a vigilar a Putin, aunque para ello necesite contar con el único apoyo de la oposición de derechas y, claro, no es lo mismo, porque si el presidente fuera Aznar o Rajoy y no digamos Abascal, se iban a enterar de lo que vale un peine.

Por su parte el pro Putin partido Podemos parece haberse quedado totalmente en fuera de juego, tanto que los argumentos de Madame Belarra y Mrs. Montero ni siquiera convencen a casi nadie entre los suyos. Por no estar, tampoco está de acuerdo con ellas la comunista vicepresidenta Yolanda Díaz. La coalición entre Unidas y Podemas se fractura y la alianza en el gobierno hace aguas permanentemente. Pero, a diferencia de lo que ocurre en el PP, tienen la habilidad de acabar siempre apañándose entre ellos, ellas y elles, y es que fuera del gobierno hace mucho frio para quien no sabe hacer otra cosa que mamar de la ubre patria.

A estas alturas todos saben, lo reconozcan o no, que ayudar a Ucrania era imprescindible, que ni siquiera los abyectos partidarios del genocida Putin pueden defenderle, aunque afortunadamente para ellos les haya venido muy bien la válvula de escape de salirse por la tangente con la celebración del 8M y así tratar de escurrir al bulto sin reconocer que su amigo es un genocida, limitándose a criticar sus acciones pero solo “un poquito y con la boca pequeña”. Saben que Putin es un verdadero genocida y dictador de corte estalinista, que sus métodos y procedimientos les son familiares, y  siguen creyendo que para el comunismo y sus concomitantes, los fines siempre justifican todos los medios.

Si quieres la paz prepárate para la guerra, es la filosofía que procede de tiempos de los romanos y que, desgraciadamente, sigue siendo verdad.

¿Cómo sería hoy el mundo si los Aliados no hubieran derrotado a Hitler por medio de las armas? ¿Cómo sería hoy el mundo si en 1.471 la escuadra de la Liga Santa, liderada por don Juan de Austria, no hubiera logrado vencer a los otomanos en la batalla de Lepanto “la más memorable y alta ocasión que vieron los siglos” como la calificara Cervantes, “el manco de Lepanto” que allí perdió su brazo? ¿Cómo sería hoy Europa si la alianza entre tropas castellanas, aragonesas, navarras, leonesas y portuguesas lideradas por Alfonso VIII no hubiera derrotado al ejercito almohade en la batalla de las Navas de Tolosa en 1.212? ¿Y qué puede acontecer si no se le paran los pies a Putin?

Si vis pacem para bellum. Es lamentable que ocasiones no quede otra alternativa que la de utilizar la legal fuerza legítima contra el mal y para eso deben estar conformadas las Fuerzas Armadas de los países democráticos. Mal nos irá si no somos coscientes de ello.