Es muy probable que don Pedro y doña Magdalena le repitieran insistentemente a su hijo adolescente, Pedrito a la sazón,  que se apartase de las malas compañías y doy por seguro que el joven les hizo caso. Pero transcurridos los años, cuando el muchacho se convirtió en adulto, debió olvidar todas aquellas buenas lecciones recibidas de sus progenitores.

El gobierno, con quien hemos de solidarizarnos en un trance tan penoso como el que atravesamos ha tomado, tras muchas dudas, las medidas que cree más oportunas y los ciudadanos tenemos la obligación de cumplir nuestra parte con civismo, con solidaridad, acatando todas las medidas contenidas en el decreto que declaró el estado de Alarma, sumando en lugar de poner palos en las ruedas del estado. La sociedad en su conjunto salvo las inevitables y escasas excepciones, está obrando con la adecuada sensatez, de eso no nos cabe duda. Es cierto que el gobierno tardó demasiado en reaccionar y mucho nos tememos que eso tuvo bastante que ver con la gravísima irresponsabilidad, en el inicio, de restar importancia a lo que ya parecía una pandemia y esperar para tomar medidas hasta que se hubieran celebrado las manifestaciones del 8M a causa de esa pugna, poco o nada encubierta entre las izquierdas, por liderar la lucha feminista y la ideología de género. Es también cierto que el presidente del gobierno permaneció un mes escondido, él que tanto clamó en otras ocasiones por otras incomparecencias del anterior jefe del ejecutivo. Pero no es el momento de reproches y ahora solo cabe arrimar el hombro y que cada cual ponga de su parte lo que sea menester, por poco que parezca, para desencallar la nave que ahora permanece varada.

Aquel joven Pedro, tras crecer y después de muchas vicisitudes logró alcanzar el puesto de presidente del gobierno de su país que es el nuestro, España, aunque ello lo hiciera a través de una alianza con un partido totalitario y neocomunista cuyo líder ha desplegado ya en varias ocasiones sus encantos seudodemocráticos, la última vez durante el Consejo de Ministros del pasado 14 de marzo cuando se presentó a la reunión saltándose la cuarentena médica del coronavirus a que está sometido, y día en el que se enfrentó agriamente a la facción socialista queriendo imponer, en su criterio de como implementar el susodicho estado de Alarma, sus pautas ideológicas que son las del comunismo bolivariano: nacionalización de las eléctricas y los medios de comunicación, algunos de los mismos consejos con los que ya asesorara al venezolano Hugo Chávez hace muchos años y, por si fuera poco, abogó por excluir de la gestión centralizada del caso coronavirus a Cataluña y País Vasco en sus respectivos territorios; así es como el Consejo se alargó en demasía, así es como la alianza estuvo a punto de saltar por los aires y así es como Iglesias quita el sueño a un Sánchez dispuesto a tragar con lo que sea.

Tras la declaración del estado de Alarma, el ya adulto doctor Sánchez se reunió telemáticamente con todos los presidentes de las Comunidades Autónomas que acabaron por hacer piña aceptando el mando único -tampoco les quedaba otro remedio- y todas las medidas decretadas por el gobierno. Estoy seguro de que si les preguntase a ustedes si saben quienes fueron los que dieron la nota y mostraron su disconformidad, aduciendo unos pretendidos derechos de no ser intervenidos por el estado, comparándolo todo con un 155 encubierto, aunque ustedes no conocieran la noticia advertirían enseguida que no puede tratarse de otros más que de los presidentes catalán y vasco (anque peor fuera la actitud del primero que llegó a amenazar con el desacato a la Constitución), mandatarios autonómicos que calificaron las medidas como autoritarias, planteamientos en los que fueron secundados por tan ejemplares figuras públicas como son las de los bildutarras, la señora Ponsatí y hasta Puigdemont. Todos ellos forman parte del grupo de personajes poco recomendables a los que el antes joven e inexperto Pedrito, ahora ya crecidito don Pedro, debe la formación de su gobierno. Todo tras numerosas reuniones y eventos de diálogo, ese avance imprescindible con el que se ha logrado -perdón, quiero decir que se está en vías de conseguir- conducirlos al redil constitucional (¿…?) Ese tipo de amigos que te quieren tanto que te clavarán el aguijón en cuanto sientan que les contrarías.

No sé qué pensarán hoy don Pedro y doña Magdalena del resultado de la educación que ofrecieron a su vástago, pero no es como para sentirse muy orgullosos. La oposición, en la que están todos los partidos que Sánchez y acólitos han dado en llamar “el trifachito” o "los crispadores", el Partido Popular, Ciudadanos e incluso el radical Vox (estos también demostraron estulticia, inexperiencia, impericia y gran imprudencia, celebrando la asamblea de Vistalegre pero, al menos, han pedido perdón), partidos que no en vano son oposición y para oponerse están, han criticado la indecisión y los dubitativos pasos iniciales del gobierno, pero han dejado muy claro, todos, que apoyan, por responsabilidad, las medidas del ejecutivo en un momento tan delicado como el actual.

No, definitivamente don Pedro parece no saber elegir bien a sus amigos ¿O será que solo le preocupa permanecer en el gobierno a costa de cualquier cosa?

Y mientras, seguiremos con los presupuestos de Montoro o al menos no se derogarán hasta que Dios no lo remedie, hay que renunciar a revocar, por el momento, la puñetera reforma laboral y encima vamos a tener que aplicar la denostada Ley Mordaza. Es que manda…