No creo que sea el momento más adecuado para criticar ninguna medida de ninguna institución del estado, gobiernos incluidos, sobre la gestión del coronavirus, ese bacilo que ya nadie puede negar que está a punto de traernos una pandemia que amenaza con extenderse a todos los rincones del mundo. En España sus efectos han empezado a sentirse más tarde que en Italia, pero han llegado y parece inevitable que puedan llegar a adquirir tintes de algún modo similares. Algo parecido está también ocurriendo en Francia, Alemania y Portugal y creemos inevitable que pronto toda Europa se vea afectada incluida Gran Bretaña, donde ni el canal de la Mancha ni el Brexit serán obstáculos que puedan impedir la llegada del mal.
¿Es posible que en nuestro país se haya tardado más de la cuenta en reaccionar?, eso es lo que parece y desde luego el Presidente ha tardado demasiado en dar la cara, ¿son suficientes y adecuadas las medidas tomadas hasta el momento?, pregunta dificil de contestar. La verdad es que sobre estos puntos hay opiniones muy diversas, y no me parece este ni el lugar ni el momento para verter opiniones ácidas sobre la gestión de ninguna de las autoridades implicadas y obligadas a poner los medios adecuados para contener lo que ya está aquí y tanto va a costar erradicar: cierre de colegios en determinadas zonas, prohibición de vuelos procedentes de Italia, eventos deportivos a puerta cerrada, cancelación de viajes del Imserso, aplazamiento de las Fallas de Valencia, más todos los etcéteras habidos y los que vengan a continuación que a buen seguro consistirán en no pocas medidas restrictivas.
Creo, y pienso que supongo bien, que las autoridades están poniendo de su parte la mejor voluntad como no podría ser de otra manera y por eso me parece que es el momento de hacer piña, de arrimar todos el hombro y esperar a que todo esto pase para sacar las conclusiones oportunas, porque tiempo habrá de criticar y señalar los errores que se puedan haber cometido pero, repito, no ahora, no en esta coyuntura.
Creo que todos los partidos políticos, sin excepción, y la mayor parte de los medios de comunicación, están obrando más o menos responsablemente y con la debida cautela, sin hacer leña de ningún árbol en vías de caer. Sin embargo no me resisto a imaginar lo que ahora estaría ocurriendo si tuviésemos en España un gobierno de derecha o de centro derecha (recordemos las vehementes exigencias de la oposición tras los casos del Ébola o la Listeriosis). No, no estoy hablando de una quimera porque aquí hace tiempo que todos nos conocemos. Y como para muestra nos sobra siempre con un simple botón, no tenemos más que leer el artículo publicado el pasado día diez en el diario El País “Madrid se enfrenta al avance del coronavirus con una Sanidad desbordada” crónica en la que se ceba insistentemente con la gestión sanitaria del Partido Popular durante los años que lleva gobernando la Comunidad madrileña. Todo un clásico para nunca desaprovechar un Valladolid con su Pisuerga. Y es que el referido diario es uno de los defensores y difusores de las políticas del gobierno actual y como yo no me apellido Iglesias, no me llamo Cayetana y no me dedico a la política, me otorgo, por lo tanto, el derecho que ellos no tenían pero en su momento se adjudicaron, de mostrarme crítico con la prensa y dejo constancia de que el referido artículo me parece absolutamente indecoroso precísamente por el delicado momento en que nos encontramos.
Dicen los expertos que los problemas del Coronavirus acabarán siendo recordados más como una grave crisis económica que como un verdadero problema de salud, y todo apunta a que pueden estar en lo cierto, porque el desplome de los mercados bursátiles en todo el mundo, la caída del precio del barril de petróleo y otros desastres financieros, nos hacen temer lo peor.
Resulta llamativo que, además de tantos errores cometidos por Felipe González que sería prolijo detallar, la crisis del año 1.993 fuera determinante para el fin de la primera etapa del PSOE al frente del gobierno desde la Transición, como también es curioso que la recesión del año 2.008, tan mal gestionada por Zapatero, fuese concluyente en el final de la segunda era socialista. Así que bien haría el actual gobierno del mismo partido y cuyas políticas económicas son, como mínimo, de dudosa eficiencia en tiempos que ya apuntaban hacia la recesión, en tomar nota de lo que se les viene encima.