La degradación de la política hispana está alcanzando niveles que hasta los más críticos nos resistíamos a creer se pudieran alcanzar. La  verdad es que también nos lo temíamos ante la errática deriva de todo lo relacionado con dicha política, pero sobre todo y ante todo, por los métodos de un gobierno muy débil que, sin embargo, pretende gobernar como si tuviese mayoría absoluta y tratase de aplicar el rodillo.

Es tal el nivel de desvergüenza y son tantos los escándalos diarios, que cada uno de ellos tapa al anterior y tal parece que los vamos olvidando o restándoles importancia porque enseguida advertimos algo nuevo con lo que llevarnos las manos a la cabeza.

No solo se trata de continuas rectificaciones y desmentidos como el último a cuenta de las declaraciones de la ministra de turismo, que ha tenido que ser rápidamente  corregida; no es solo que se haya vuelto a crear una dirección general, antes inexistente y “ad hoc” para colocar al enésimo amigo del presidente con un generoso sueldo o tener unos elefantiásicos y desmesurados gobierno y "puestos de confianza" mientras la crisis económica más aprieta; no es que nos sorprenda que  haya colocado -a razón de 160.000 euros/año por barba- a Blanco y a Montilla en el Consejo de Administración de Enagás, el presidente que vino a terminar con las puertas giratorias. No, esas cosas ya las tenemos asumidas con resignación.  Es que  las últimas ocurrencias salieron a la luz en los debates de la reciente sesión parlamentaria a cuenta de la sexta prórroga del Estado de Alarma -somos uno de los escasísimos estados europeos que mantiene un régimen de excepcionalidad-. Allí,  el señor presidente del gobierno -que con esta prorroga más el periodo veraniego, se garantiza en la práctica seguir gobernando sin oposición hasta septiembre- tuvo la falta de decoro suficiente como para, utilizando el tono beatífico de las homilías a las que nos tiene acostumbrados últimamente, seguir faltándonos  al respeto a todos y a toda la oposición para después envolverse en la capa del hombre ofendido ante “el tono duro, los exabruptos, los insultos y la falta de lealtad de ellos”.

En dicha sesión parlamentaria se produjeron tres hechos que delatarían, si ya no lo conociéramos, al personaje. Veamos:

1.     El Estado de Alarma le interesa, entre otras cosas para seguir prohibiendo las muchas manifestaciones en contra que, en otra situación, podrían desbordar las calles. Ya sabemos aquello de que solo la izquierda tiene derecho a manifestarse y que las de los otros son puro fascismo. La única protesta que no se pudo evitar fue la que se convocó sobre vehículos, y como muestra de desagrado al más puro estilo totalitario del que cada vez hace mayor gala, nuestro ínclito boss nos obsequió con la insinuación/afirmación de que se había utilizado la bandera de España con el ánimo de dividir. ¿Podemos imaginar a cualquier gobernante de otro país diciendo que su bandera nacional, en una manifestación pacifica, puede ser signo de discordia y fragmentación?¿Alguna vez ha dicho algo semejante, pongamos por caso, de la alegal estelada independentista?

2.     Tras la confesión de la ministra Montero, en grabación con la que queda meridianamente clara la negligencia cometida al permitir muchos eventos más la manifestación del 8M, sobre la que existe un proceso judicial en marcha; sí, negligencia inobjetablemente clara por más que tantas terminales mediáticas y opinadores varios traten de negarlo, ahora tienen que desviar la atención para dilucidar qué “canallas” llevaron a cabo la filtración del vídeo, tratando de convertirnos en el idiota que mira al dedo en lugar de a la luna.  Y lo único que al doctor presidente, a este narcisista mitómano, se le ocurrió exclamar en sede parlamentaria fue “¡Viva el 8M!". Sí señor, lo que se dice con un par. Veremos si la justicia es capaz de soportar las presiones que seguirá sufriendo, pero si al final algún juez o jueza encontrara responsabilidad criminal en los autos abiertos, nuestro amado presidente podría tener que dar complicadas explicaciones.

3.     Acabamos de oír la sexta explicación de Marlaska sobre el caso Pérez de los Cobos. Desde que él mismo se quiso ir hasta la pérdida de confianza, pasando por una renovación generacional y el acusica “yo no he sido seño, que ha sido esa, la Directora General”. Pero la explicación definitiva la ha dado el señor presidente que, faltaría más, es el que más sabe de todo: lo que está haciendo el  ministro del interior es terminar con la “policía patriótica”. Con otro par, que de esos le sobran. Sí señor, De los Cobos, todos los Generales que han protestado, los Coroneles que se han negado a asumir el cargo, todas las Asociaciones de Guardias Civiles, tres Asociaciones de Jueces y, por supuesto toda la derechona, son unos puñeteros fachas que solo pretenden consolidar la existencia una policía política para dañar al insigne bipartito que nos (des)gobierna. Y, como no, ahora hay que hablar de si el informe de la GC era bueno o malo, como otro dedo señalando al satélite lunar. No sé, pero a mí, que debo ser más malo que la quina, lo que me parece es que lo que tratan de hacer es una purga para intentar construir una policía sumisa, a su medida y al más puro estilo bolivariano. Con perdón, que ya he avisado de mi maldad intrínseca.

Otra muestra del espíritu de concordia que destilan desde Moncloa la dio un ministro de este gobierno, probablemente el cerebro más baldío del consejo ministerial y que allí asienta sus posaderas como titular de consumo, Alberto Garzón, al afirmar que puede haber elementos reaccionarios dentro de las FCSE que asuman como propio el discurso golpista de la derecha política. Es lo que tiene saber cardar la lana de la crispación y ponerles la fama a otros.

Y así día tras día, porque no hay una sola jornada sin su afán. Entre la dificultad para organizar y hacer manifestaciones, la profusión de escándalos gubernamentales que ya nos descoloca y el miedo al contagio por la pandemia, la “peña” como nos llamaría doña Irene de Galapagar, parece superadormecida tía (hay que engolar un poco la voz) e incapaz de reaccionar. Pero este pueblo, desde Indíbil y Mandonio, ha dado muchas pruebas de no soportar agravios. Qué les voy a contar.

Estos son españoles (…) sufren  a pie quedo con buen semblante, bien o mal pagados (...) todo lo sufren en cualquier asalto, solo no sufren que les hablen alto. Don Pedro Calderón de la Barca

Nota: En contra de lo acostumbrado en este blog, se han escrito todas las palabras tales como gobierno, presidente, ministro o similares, con minúscula. Las mayúsculas las reservaremos para cuando se lo merezcan.