A un niño le preguntaron una vez que qué iba a ser de mayor y el chico respondió: "más alto".

Cuando se acerca la fecha en que deben iniciarse los trámites para la matriculación del próximo curso escolar en los colegios, incluidos por tanto lo de Cataluña, el portavoz del gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, anunció que en esta última comunidad el gobierno quiere dar la posibilidad a los padres de que elijan, dentro de la educación bilingüe que marca la ley, en qué lengua vehicular quieren que sus hijos reciban la enseñanza. Y es que la ley de inmersión lingüística que promulgó el anterior gobierno de la Generalitat de Cataluña solo reconocía como tal la lengua catalana, dando unas opciones a los que desearan mayor enseñanza en castellano que hacían imposible que tales anhelos se viesen cumplidos, y todo ello a pesar de que existen sentencias del Tribunal Constitucional y del Supremo que indican lo contrario, sentencias que, para no perder la costumbre, fueron desoídas con total desvergüenza y descaro sin que ello tuviera la menor consecuencia.
A estas alturas, y tras muchos desengaños, pocos son los españoles que confían demasiado en que el gobierno del Partido Popular sepa o que incluso quiera cumplir alguna de sus promesas. Muchos pensamos que esto podría ser solo una forma de presionar a los partidos independentistas para que de una vez formen gobierno y después seguir mirando para otro lado con la misma desfachatez que antes. Y en el caso de que no hubiese a tiempo un gobierno legalmente elegido en la Generalitat, pues ya veremos, porque no ha quedado nada claro cómo se va a hacer.
Pero lo cierto es que, al menos, la música suena bien. Y, como siempre, de inmediato empezó la cascada de declaraciones y posicionamientos de los distintos partidos. De los nacionalistas no podía sorprendernos su clara oposición, de los podemitas varios en sus distintas franquicias, marcas blancas o negras, tampoco podíamos esperar gran cosa y Ciudadanos, por pura lógica, poco se podía alejar de la posición del gobierno español. Sin embargo, la postura del PSOE-PSC o PSC-PSOE que tanto monta monta tanto, siempre nos acaba sorprendiendo y la verdad es que a estas alturas, tras tantísimas ambigüedades que hemos visto, ya no sé por qué nos asombra. Pedro y Miquel, Miquel y Pedro, un dúo nada dinámico pero dispuesto a dinamitarlo todo, dicen que no -otra vez no es no- "No se puede utilizar el artículo 155 para elaborar políticas -hay que reconocer que la frase es gloriosa- y éste debe limitarse al funcionamiento ordinario de la Administración". Amén.
Pedro Sánchez se ha topado con la postura contraria de algunos de sus, por él ninguneados, barones que le indican que tan solo se trataría de cumplir y acatar las leyes del estado; que lo contrario es aceptar actos fuera de la ley al igual que hacen los independentistas y algo que tampoco desagrada del todo a Iceta.
Pedro nono, aculado en las tablas de la militancia para no salir al ruedo más riesgoso de los votantes.
Pedro -el que prefería a una mujer, pero sin citar a ninguna, para el BCE y anteponía a un irlandés frente a un español para el cargo- a quien últimamente le han debido aconsejar sus asesores que adopte aires de cura dando un sermón pero que demuestra pocas dotes de actor, que realiza una escenificación excesivamente impostada y que resulta tan afectado como poco convincente, no parece tener muy claro qué quiere ser de mayor. Como ya es bastante alto y su dedicación a la política es un hecho, solo nos queda la esperanza de que algún día aplique criterio a su liderazgo dejando de lado la frivolidad heredada de Zapatero.