Hace años que los españoles llevamos oyendo, leyendo, viendo, hablando entre amigos o menos amigos, sobre lo que se ha llegado a denominar "el monotema", el intento de golpe de estado perpetrado desde el separatismo de algunos catalanes que, para más inri, están en minoría.
El nivel de estulticia, supremacismo, xenofobia, ridiculez, obcecación, fanatismo, intolerancia, payasada y tantos otros calificativos con los que podamos adjetivar el llamado "procés" es ingente. Han corrido ríos de tinta sobre esta necedad y nadie, y menos yo, podría aportar algo nuevo.
La broma sigue y seguirá, no hay nada que pueda hacer entrar en razón ni a los líderes nacionalistas ni a los patrioteros exaltados que les siguen. Al resto, es decir a la inmensa mayoría de los españoles que sigue escandalizada ante tal barbaridad tampoco vamos a persuadirles de nada.
Yo también he opinado y escrito bastante sobre este asunto. Pero basta. No hay nada que complazca tanto a un estulto como que la gente le escuche y hable de él. Será inevitable que alguna vez vuelva yo a sentir la necesidad de opinar al respecto pero, de momento, me tomaré un necesario y reparador respiro.
Aplíquese la ley siempre que sea necesario y préstesele la mínima atención a estos onanistas psíquicos; que se hagan un traje con su propio fiemo y cuando nadie, solo los jueces para inculparlos por sus -presuntos- delitos, les hiciera caso, acabarían, no por cansarse porque son inasequibles al desaliento, pero quizás sí por desencantarse y por que la decepción hiciese en ellos algo de mella.
Solo pediría, desde esta humilde tribuna, a los partidos políticos de ámbito nacional que dejen de utilizar este asunto para dirimir las diferencias entre ellos. Que, al menos los denominados constitucionalistas, se manifiesten siempre firmes y próximos en defensa de la unidad nacional. Que cualquier gobierno de cualquier signo demuestre claro sentido de estado, que los demás le apoyen y que no olviden que este solo es un recurrente episodio más de la Historia de España, que periódicamente se repetirá y que, inevitablemente como dijo Ortega y Gasset, habrá que seguir conllevando.