Hay cosas que pueden pasar desapercibidas, tal vez porque los medios de comunicación no inciden mucho en ellas pero que, por simples que parezcan, definen a las personas y, para bien o para mal, nos dan pistas de lo que podemos esperar de ellas en el futuro, al menos en su futuro próximo que también es el nuestro:

En la ultima sesión del Parlamento, reunido con el fin principal de prorrogar de nuevo el Estado de Alarma, ante la acusación formulada al Presidente del Gobierno por uno de los lideres de la oposición de haber actuado erróneamente de modo reiterado, Sánchez le respondió : “Todos nos podemos equivocar, ¿usted no se equivoca nunca?”. Es decir: reconoció sus desaciertos pero sin mostrar la menor intención de pedir disculpas y parece que intentando decirnos que es lo mismo dejarse la luz del baño encendida o equivocarse al elegir el color de la camisa de ese día, que haber incurrido en constantes errores en la adquisición de material sanitario, o que eso es igual que cometer la culpable y contumaz negligencia de reaccionar demasiado tarde, indolencia que  acabará con  cientos de miles -o millones- de contagiados y con muchas decenas de miles de muertos a causa de la demora, por interés ideológico, en tomar las medidas precisas y necesarias para combatir una pandemia que está diezmando a la población española.

En la misma sesión, el jefe de filas de otro grupo interpeló al mismo Presidente sobre si avalaba o, por el contrario, desautorizaba a su Vicepresidente segundo tras haber agraviado éste al Jefe del Estado y a la Monarquía constitucional legalmente vigente. La respuesta vaga, inconcreta, inconexa e incorrecta, fue no decir nada excepto algo así como que ahora lo que hay que hacer es apoyar al gobierno por responsabilidad, pero que como quien preguntaba era un extremista de derechas, era también incapaz de prestar colaboración alguna. La recurrente cantinela de siempre cuando no hay argumentos, pero la no contestación solo puede indicar que la respuesta es sí, que si no le respalda al menos le consiente porque la cosa no tiene mayor importancia.

El mismo señor Vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, se ha unido recientemente a las críticas de los miembros de su formación política que reprocharon al TSJM la condena a la indecente Isabel Serra por insultar gravemente y agredir a la Policía Local madrileña, llegando a decirle a una agente femenina "puta, tú te follas a todos los policías", como clara muestra de lo que esta basura entiende por feminismo. Siguiendo en su línea habitual, ni el Presidente, ni el Ministro de Justicia, ni el de Interior (antes juez), ningún miembro del gobierno, nadie excepto el CGPJ, le ha hecho el mínimo reproche al Excrementísimo Señor que tanto ensucia al gobierno.

Se dice que algunos, pocos, miembros  del gobierno de España, Ministros y Ministras, son personas válidas que, además, se enfrentan a los podemitas durante los Consejos de Ministros, por diferir rotundamente de las posturas de Iglesias pero, aunque esa división dentro del ejecutivo parece cierta y se palpa, todos terminan condescendiendo con la exigencia de Sánchez de seguir comulgando con ruedas de molino y, por lo tanto, demuestran tener más ambición personal que principios morales.  Hay que empezar a creer que Sánchez e Iglesias comparten más criterios de los que nos hacen pensar.

¿Qué podría salir mal? Realmente PS y PI forman una pareja tóxica. Una pareja inusual porque en realidad no solo tiene dos miembros, es un extraño dúo que forman Pedro, Pablo y otros veintiún miembros del Consejo de Ministros.