Es cosa bien sabida que la lógica política no rige en ninguna de las denominadas Comunidades históricas.

En Andalucía también  ha existido un régimen clientelar durante cuarenta años, pero Galicia parece ser casi siempre un feudo del Partido Popular, quizás imbuidos los gallegos por el espíritu de don Manuel Fraga Iribarne; Cataluña suele estar casi siempre en manos del más rancio nacionalismo con la colaboración coyuntural del PSC; y el País Vasco parece un usufructo del PNV que siempre, incluso ahora que ha desaparecido el bipartidismo, sigue recogiendo nueces, no solo en cierta simbiosis con los herederos de ETA sino fundamentalmente por su papel como bisagra para la gobernabilidad del estado español. Siempre con la mano tendida con la palma hacia arriba, dispuesta a recibir cariño en forma de dinero contante y sonante más cesiones de competencias, algunas tan negativas y contrarias a la igualdad entre todos los ciudadanos de España como, entre otras veinte que se están negociando, las previstas gestiones de las Prisiones y  la Seguridad Social que tanto pone en peligro la llamada caja única de las pensiones, por mucho que el estulto Sánchez lo niegue.

El caso es que, al menos por lo que respecta a los nacionalistas, nada de lo que ocurra, ningún escandalo, parece influir en una población que les sigue votando mayoritariamente, sin que olvidemos que el sistema electoral está diseñado para favorecerles; y si así está bosquejado es porque los dos partidos mayoritarios siempre lo han impulsado por su propio y particular interés antes que por el provecho general de todos, con el agravante de que ahora se están empezando a cruzar todas las líneas rojas.

Las disputas y enfrentamientos entre los partidos de carácter nacional han hecho que otro como el PNV, formación de derechas (el Dios y Leyes Viejas del xenófobo Sabino Arana), haya logrado que se le considere como imbuido de un halo progresista que dista mucho de ser real. Pero no solo eso sino que parecen perdonárseles todos los pecados de corrupción en que se han visto envueltos sus personajes y que no han sido pocos -casos Alonsotegi Eraikiz, Balenciaga, Bidegi, Denokinn, Elorza, Epsilon, Glass Costa, Hacienda de Irún, Hacienda de Guipúzcoa, Hiriko, Margüello, Miñano, Noticias, Pagalday o Txomin Rentería-, todos muy poco conocidos por el común de la ciudadanía que siempre ha creído que son algo así como el vivo ejemplo de limpieza y ausencia de corrupción-. El más reciente “Caso de Miguel” ha estallado -¡cuán poca divulgación ha tenido!- en las manos del partido jeltzale en plenas negociaciones con el gobierno del presidente Pedro Sánchez. Veintiseis personas fueron sentadas en el banquillo, doce condenadas a  penas entre los tres meses y los trece años de prisión y tres quedaron inhabilitadas; Alfredo de Miguel, Koldo Otxandiano y Aitor Rentería fueron los creadores de una red societaria para aprovechar las relaciones políticas y administrativas por su pertenencia a la citada formación, también conocida como EAJ-PNV: Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco. Tras las condenas, Urkullu pidió disculpas, algo que parece haberse convertido en habitual y... a otra cosa mariposa.

Tampoco la más reciente calamidad acontecida en el vertedero de Zaldívar  donde se han producido graves emanaciones tóxicas, peligrosísimas para tres localidades vizcaínas, van a impedir que el PNV gane las próximas elecciones autonómicas vascas pues,  a pesar de la indignación de los afectados, aunque si acaso algo pudieran descender en número de votos, no parece que vayan a ser demasiados. Nuevas explicaciones nada convincentes y otra sesión de petición de perdón. Y es que Urkullu y su PNV solo pasaban por allí, no sabían lo que se almacenaba, ni en qué condiciones, ni en qué cantidades ni su peligrosidad. No, no hay responsabilidad política que vaya a pasar mucha factura, la culpable solo fue la empresa concesionaria que será la única sancionada y la alada y colorida mariposa volverá a revolotear. Las plumas de los cormoranes impregnados en chapapote por las que, merecidamente o no, tanto y tanto tiempo pagó el PP por el caso Prestige, iban más caras que la piel de los dos trabajadores enterrados entre el amianto del vertedero de Zaldívar durante ya demasiados días. No, como antes hemos indicado la lógica política que rige para otros no es la que condiciona la vida vascongada.

El gobierno vasco y su líder, el pragmático Íñigo Urkullu, saben que si su amada tierra se independizara de España estarían condenados, al menos durante mucho tiempo, a verse sumidos en la ruina económica; les va muy bien tal como están, no son tan locos como lo fuera Ibarretxe aunque Sánchez, ese rehén suyo y agradecido presidente de un gobierno demasiado débil, no tenga inconveniente en darles ahora mucho de lo que aquel pedía. En el PNV son listos, mucho más que los estólidos catalanistas de ERC o JxCat, y les alientan porque eso es provechoso para su preciada cosecha de nueces. Siempre con el cazo puesto y fingiendo despreciar cualquier ayuda del estado. No han aceptado la colaboración de la UME, algo que parece producirles sarpullidos, con la que probablemente el fuego se hubiera  sofocado antes y tal vez ya hubieran aparecido los cuerpos de Alberto y Joaquín. No, no quieren de España más que dinero pero ya están negociando repartir el amianto de su jodido vertedero entre otras Comunidades por falta de capacidad en los suyos. Sí, suelta cash y competencias a cambio de mi apoyo  y acepta la solidaridad  que te brindo en forma de reparto de mis detritus por tus lares. Y Sánchez agradecido.

Decía hace pocas fechas en un artículo el maestro Alfonso Ussía algo que, con el mayor respeto, me permito reproducir en parte : Los ríos desbordados, caseríos aislados, la ruina y el desastre. A finales de los ochenta (...) La Guardia Civil colaboró hasta la extenuación en las labores de salvamento y reconstrucción de personas y bienes. Recibieron (...) agradecimientos y aplausos de las gentes (...) que bajaban el tono por miedo (...) A los pocos días de la tragedia (...) ETA asesinó de un disparo en la nuca a un guardia civil (...) Así agradecerían el cumplimiento del deber e la Guardia Civil] llevado hasta el extremo del sacrificio (...) quienes les despreciaban.

Afortunadamente nadie sigue matando a quienes contrarían los bajos instintos de algunos, pero el poso de miseria moral no parece haber desaparecido del todo.