El gobierno ansía controlar el poder judicial, hace esfuerzos ímprobos para controlar todos los medios de comunicación que pueda y trata de minimizar la labor legislativa de las cámaras permitiendo, eso sí, cuantas comisiones de investigación pueda siempre que conciernan a la oposición, pero eludiendo todas aquellas que afecten a su partido o a las no tan presuntas acciones delictivas de sus socios, en casos tan repugnantes como el de la prostitución de menores tuteladas en Baleares.

Hay que reconocerle a Sánchez una virtud y esa es la capacidad de convencer a la mayor parte de su partido para que le sigan con fidelidad perruna hasta el extremo de que no pocos de los que le bailan el agua serán conscientes de estar traicionando a sus principios, pero ahí siguen. Es saber imponer una férrea “auctoritas” dictatorial que bien podría acarrearle desprecio y olvido en el futuro, cuando llegue el fin de su mandato y hasta los suyos puedan pasarle factura.

La virtud que no tiene don Pedro es la de ser un buen parlamentario y tampoco puede presumir de habilidad dialéctica. Además de adoptar una pose y un tono a todas luces impostados, en pocas ocasiones se pueden oir argumentos sólidos en sus banales razonamientos; en la mayoría de sus apariciones ante la prensa no admite preguntas y no llega más allá del autobombo. Es muy triste que un jefe de gobierno de esta nuestra querida España solo sepa y pueda responder a los alegatos de la oposición con la acusación y el mantra revenido de la crispación, con llamarles extremistas, pedirles que arrimen el hombro (léase aceptación sumisa de sus tesis) y algún chistecito tonto aplaudido con calor, como no, por sus complacientes subordinados. Otro trato reciben, claro, desde Bildu hasta ERC por parte del presidente. Por algo será.

De los muchos desafueros protagonizados por Sánchez creo haber dado ya cumplida opinión en artículos anteriores, de sus muchos desmanes cuyas consecuencias están ocasionando graves daños a la convivencia, a la integridad territorial, a las instituciones del estado, al orden constitucional, al empleo y a la economía; a todo eso y más le hemos dedicado no poco tiempo al igual que han hecho mucho más prestigiosos intelectuales, periodistas y economistas, que haberlos haylos.

Llama mucho la atención que un gobierno que se declara tan sensible al bienestar de la infancia, tenga a sus espaldas tantos casos de desamparo de menores: desde el ya citado de abusos sobre niñas tuteladas en Baleares hasta los más recientes y sangrantes como el del niño de cinco años acosado por la xenofobia catalanista ante el que el gobierno mira hacia otro lado, o el causado por el feminazismo protector de una Juana Rivas a la que un juez acusa de permitir abusos sobre su hijo. Sí, son los resultados propios de las ataduras ideológicas tercermundistas con que Sánchez se ha aliado y de tantas facturas como está pagando, como la de permitir que en el Congreso se celebrase una reunión de la extrema izquierda con delincuentes condenados por agredir a agentes, reivindicando a los malhechores y en contra de la policía. Sí, en la sede de la soberanía nacional.

Pero Sánchez, tan poco inteligente como muy listo, y toda su luenga corte ministerial, parecen ir admitiendo que es posible tener que dejar libre el palacio de La Moncloa en un futuro no tan lejano y parecen querer ir preparando el camino para poder regresar cuanto antes. Si dejan el país como un erial, impondrían a sus sustitutos una tarea ingente que dificultaría mucho su labor obligándoles a adoptar severas medidas restrictivas  y, de ese modo, ellos podrán empezar a repetir aquella matraca de que sus oponentes son insensibles ante el sufrimiento del pueblo y bla bla bla, no como ellos que subieron el salario mínimo interprofesional y se dedicaron a malgastar a troche y moche aunque elevaran la deuda hasta límites insospechados - aun cuando ya hay muestras de que van a subir los intereses-, y que el que venga detrás que arree. Si logran antes de irse tener holgada mayoría de jueces a su favor y si dictan una ley que mantenga maniatadas a las fuerzas de orden público cuando ellos se dediquen a incendiar la calle, el camino quedará expedito para volver en no más de una legislatura. Algo parecido a la trampa que la bolivariana Cristina Fernández de Kirchner dejó tendida a Mauricio Macri en Argentina y tan buen resultado le acabó dando. Cuentan con la inestimable colaboración de unos amaestrados y subvencionados sindicatos de ¿clase? con cada vez mayor cara de funcionarios, unos sindicatos tan defensores del obrero que fueron capaces de acudir a una xenófoba manifestación del independentismo catalanista; y eso que esta vez no repartían langostinos, lo que ya tiene su mérito.

Pero no debemos preocuparnos porque todo lo harán del modo más correcto, sin acritud, sin crispar y siempre colaborando lealmente con el gobierno que haya. ¡Qué buena gente! ¡Ah, y por supuesto volviendo a prometer hasta por Snoopy, que jamás se aliarán con el extremismo de izquierdas ni con el independentismo, que menudos son para eso.