En España hay dos periódicos que han tenido un devenir muy diferente pero ambos gozan de prestigio por su fiabilidad. Hay otros diarios, bastantes, que demuestran probada solvencia, pero creo que estos dos son los buques insignia -uno de derechas y otro de izquierdas-, los abanderados de la información fidedigna. El diario El País, fundado en 1.976, de ideología izquierdista próxima a la socialdemocracia y el periódico ABC, monárquico y iberal, todo dicho en un brevísimo resumen. El País se distinguió muy pronto por estar a favor del PSOE de Felipe González aunque luego se posicionaría como crítico con las políticas de Rodríguez Zapatero; y en el momento actual, Sánchez Pérez-Castejón,  parece ejercer fuerte influencia sobre él. En cuanto al diario ABC, ha mantenido siempre clara su línea monárquica -lo que le valió ser tres veces clausurado en tiempos de la tan “ejemplarmente democrática” II República, tan respetuosa ella con la libertad de expresión- y ahora parece próximo a los planteamientos del Partido Popular.

Podemos estar, o no, de acuerdo con los diferentes juicios vertidos en cada uno de estos periódicos, pero cualquier testimonio proveniente de ellos conteniendo datos objetivos sobre acontecimientos sobrevenidos se basa en informaciones bien contrastadas, por lo que difícilmente se pueden equivocar. Si informan de que determinado personaje ha robado, ha mentido, ha viajado, ha mantenido tales o cuales contactos, o cualquier dato desnudo de ideología, creo que casi podemos poner la mano en el fuego de que será cierto.

Todo lo anterior no es sino la introducción para decir que si recientemente ABC ha presentado pruebas de que el Presidente Sánchez llegó a mantener una conversación telefónica con la ilegitima vicepresidenta del ilegal narcorégimen venezolano, Delcy Rodríguez, las posibilidades de que eso sea cierto son mucho mayores de que lo sea la respuesta ofendida y desmesurada del señalado con el dedo acusador, aseverando que todo es un invento y una falsedad. Hay que recordar que también, allá por octubre de 2.018, el mismo diario ya presentó pruebas de que la tesis doctoral del doctor Sánchez era un autentico homenaje al plagio, denuncia ante la que Sánchez amenazó con demandar al periódico y algo que no ha llegado a ocurrir ni ocurrirá, porque bien sabe él que todo lo contado por ABC es verdad y no le conviene seguir ese camino. Lo sabe él y lo sabemos todos los que no hemos querido mirar hacia otro lado. Y es que, desde luego, puestos en la balanza los niveles de credibilidad del diario monárquico y el de nuestro Presidente, no es necesario decir que el de este último es infinitamente inferior y a las hemerotecas podríamos remitir a quien lo dude, pues abundantísimos son los ejemplos de sus mentiras compulsivas y de sus cambios de planteamiento tantas veces como considere necesario.

El llamado Delcygate ha llevado al señor Ministro José Luis Ábalos, a presentar hasta seis versiones diferentes sobre lo acontecido -cada una desmiente a la anterior- sin que hasta la fecha haya habido el mínimo atisbo de dimitir como sería procedente, versiones todas ellas poco o nada creíbles. Lo único que ha quedado meridianamente claro es que, incumpliendo la prohibición comunitaria, la susodicha dama estuvo 14 horas en España, que pasó por una sala reservada y que cambió de avión dentro del aeropuerto sin que se hayan presentado testimonios que hagan creer que fuera trasladada a la sillita de la reina, porque aun así su estancia en el espacio Shengen sería innegable. El responsable máximo del incumplimiento de la normativa de la UE es el Gobierno de España, lo que ya ha llevado al pleno del Parlamento Europeo a debatir sobre la presunta violación de las sanciones que la Unión tiene impuestas a altos cargos del gobierno de Nicolás Maduro por graves violaciones de los derechos humanos.

No es probable que lleguemos a conocer algún día qué es lo que sucedió aquella noche en el aeropuerto de Barajas ni los motivos que lo provocaron, no sabremos quien o quienes son los responsables de la furtiva estancia de Delcy Rodríguez en España, ni qué intenciones tenian ella y/o su correligionario leninista, el Vicepresidente Pablo Iglesias o -he ahí la cuestión- qué se pretendía ocultar. No parece posible que sepamos nada pero algo huele muy mal en este enrevesado asunto que aun ha de colear durante un tiempo, empezando por las preguntas que la oposición va a presentar en la primera sesión de control al Gobierno despues de tan largo periodo de permanecer oculto.  Preparémonos para oír las más peregrinas explicaciones.

Recuerdo un chiste de Forges en el que un alto ejecutivo pregunta a sus colaboradores: Tiene que ser una acción tan ilusionante, inesperada y nítida que por sí sola me devuelva la confianza de la gente…¿Qué se os ocurre? La respuesta contundente, breve y muy clara, fue: ¡Vete!