Nos sorprendió hace pocas fechas haber encontrado tantos titulares relatando, no sin pasmo, cómo los planes de este gobierno, los planes del Presidente Pedro Sánchez, habían fracasado tras haber recibido una rotunda negativa del Congreso en cuanto a la aprobación de unos pésimos Presupuestos Generales del Estado para este año 2.019. ¿Qué otra cosa esperaban?

Y nos asombra tanto estupor por parte de una prensa que en su mayoría lleva más de ocho meses repitiendo, día tras día, que con 84 diputados es prácticamente imposible gobernar. El fracaso estaba garantizado en cualquier caso porque fracaso hubiera sido que se aprobaran las cuentas, ya que eso solo se hubiera podido lograr haciendo unas cesiones excesivamente vergonzantes que quizás al propio Sánchez no le hubiera importado demasiado hacer, pero que los resultados de las elecciones andaluzas y su propia oposición interna le han impedido aceptar. Y fracaso estruendoso ha sido que después de tantos meses mareando la perdiz -en este tiempo no se ha hecho casi nada excepto distraer al personal a base de frivolidades y declaraciones fútiles y, eso sí, subir el salario mínimo interprofesional, porque el resto de los incrementos salariales habían sido acordados antes de su llegada al poder-, los independentistas catalanes les dieran con la puerta en las narices.

No somos los únicos; hemos sido muchos quienes no nos hemos cansado de repetir que el tan manoseado diálogo con cualquier fanatismo, y el nacionalismo catalán no es otra cosa, resulta inviable, que sus argumentos y las únicas cosas que éstos pedían y por supuesto no se podían satisfacer, eran ilegales y estaban fuera del alcance de ningún gobierno: un referéndum pactado y el reconocimiento del Derecho de Autodeterminación. Con la esperanza de avanzar en el desarrollo de su hoja de ruta y tratar de seguir dando visibilidad internacional a su pretendido conflicto, los separatistas apoyaron la incalificable moción de censura, a sabiendas de que sus objetivos eran inalcanzables, pero en la inteligencia de que así, al menos, evitaban una nueva aplicación del artículo 155 de la Constitución y podían seguir tomándole el pelo al estado cuyos intereses defendía, supuestamente, un narcisista que presidía el gobierno. Si algo no se les puede reprochar a los nacionalistas catalanes es que hayan sido siempre muy claros y todos sabíamos de antemano lo que siempre han pretendido, pero este gobierno ha cometido el enorme error de creer que serían más sibilinos que ellos y que podían engañarles o engatusarles porque de lo contrario no se entiende nada; por ejemplo, a sabiendas de que no podían aceptar un mediador internacional, pretendieron seducirles con un “relator” sin dejar muy claro a nadie ni lo que pretendían ni lo que eso significaba, hecho que desencadenó la protesta masiva de la plaza de Colón que fue el principio del fin.

La insostenible situación ha obligado a PS, finalmente y muy a su pesar, a anunciar la propuesta de elecciones generales cuya fecha ha fijado para el 28 de abril. En su comparecencia el señor Sánchez nos ha obsequiado con un primer mitin de campaña plagado de falsedades y justificaciones propias antes de proceder al esperado anuncio. No nos gusta la fecha pero la verdad es que con la cercanía de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, no encontrábamos ninguna buena aunque lo mejor es que por fin se han convocado los comicios que había prometido "para lo más pronto posible” con que el presidente justificó su tan comentada moción de censura.

El bien pagado de sí mismo presidente -“yo soy el presidente”- es, aunque otros sean cooperadores necesarios en ese merecimiento, el máximo responsable del rápido ascenso de Vox y puede convertirse, junto con Leopoldo Calvo Sotelo, éste por motivos bien diferentes, en el presidente más breve de la presente etapa democrática y el único que ha gobernado sin ganar unas elecciones y tras batir dos records negativos de votos para su partido. Todo un éxito y como dicen ya los chascarrillos que circulan por las redes, la legislatura se le ha pasado volando. En todo caso es de suponer que Sánchez haya calculado que es la fecha que más le conviene para no seguir su proceso de desgaste y lo cierto es que, con las previsiones demoscópicas existentes, cualquier cosa podría ocurrir. Aunque todo apunta -excepto para el CIS, claro- a que se dé una mayoría del arco conservador, Ciudadanos, PP y Vox, no nos atreveríamos a descartar otras posibles alianzas porque la confusión entre el personal parece manifiesta.

Y ojo que tampoco debemos descartar la posibilidad de que tras las próximas elecciones pueda gobernar una coalición PSOE-Ciudadanos en el caso de que sea viable un gobierno de ese tipo, ya que el primero no parece que pueda sumar con Podemos y el segundo podría preferir esta alianza a verse relacionado con Vox a través del Partido Popular; por mucho que en Cs repitan ahora que con este PSOE de Sánchez nunca pactarán ya sabemos lo efímeras que resultan todas las afirmaciones que se hacen “antes de”. Así que, por más que nos pese, no podemos dar por muerto políticamente al presidente Sánchez, el inventor de la “resistencia de manual” aunque este libro pueda haberse escrito por lo que se conoce como un o una “negro”. También es posible que si esa alianza se consumase, el actual presidente se volviese a comportar de nuevo como el Pedro "de antes de ser presidente" como la Vicepresidenta Calvo le pontificase y como muestra más de su capacidad camaleónica y carencia real de identidad ideológica. Creo que veremos cómo su campaña se basará a partir de ahora en calificar de desleal a la derecha y en su defensa de la Constitución frente al nacionalismo irredento -lo intenté con la mejor intención pero su cerrazón me lo impidió- aunque sin perder de vista que a éstos les podría volver a necesitar, pacto que a buen seguro no dudaría en reeditar sin el menor cargo de conciencia si los necesitase.
Todo un galimatías.