Tanto el supuestamente socialdemócrata PSOE como el PP de corte hipotéticamente liberal, parecen haber adquirido la sana costumbre de designar a mujeres como portavoces parlamentarias. Adriana Lastra por parte de los primeros y Cuca (Concepción) Gamarra, que ha sido recientemente designada por Pablo Casado en sustitución de la defenestrada Cayetana Álvarez de Toledo. A doña Cuca la conocemos en otras facetas pero como portavoz tendremos que esperar al menos un tiempo para enjuiciar su labor.
La comparación, por tanto, habría de establecerse entre las otras dos, Adriana y Cayetana, Cayetana y Adriana. En una cosa han sido muy similares, y eso es en que ambas han demostrado tener la lengua afilada y colmillos dispuestos a lanzarse sobre la yugular de sus adversarios, pero hay cosas que las diferencian de modo notable: Adriana se ha mostrado dócil y sumisa a quien la designara mientras Cayetana, según parece deducirse de su caída o al menos así lo ha interpretado la dirección de su partido, parecía ser más la portavoz de sí misma que de lo que Casado y la formación deseaban de ella. Por otro lado la diferencia en el bagaje cultural e intelectual entre ambas es enorme y, en este capitulo, la brillante Álvarez de Toledo saca a su contraparte una diferencia notabilísima. Lo que decía doña Cayetana puede gustar a unos más que a otros pero, al contrario que doña Adriana, nunca ha pronunciado una sola mentira. No son comparables aunque compartieran el mismo puesto, cada cual en su partido claro, y a pesar de que ambas puedan ser consideradas como lo que coloquialmente se define como “bocachanclas”. Sí, pero la destituida ha sido Cayetana mientras Adriana sigue firme en su posición.
Si algo sabe hacer bien la izquierda en este país es amparar a los suyos y perseguir a los contrarios y, en esta ocasión como en tantas otras, han conseguido crear incertidumbre en la derecha acerca del papel que Álvarez de Toledo jugaba y despertar los clásicos complejos que vienen atenazando al conservadurismo desde hace tiempo inmemorial.
Por eso Sánchez mantiene en su puesto a una leal Lastra de tan escasísima erudición, a un sinsorgo como Fernando Simón, inanes pensadores pero devotos de la causa, y sigue manteniendo en sus puestos de gobierno a quienes mayores desvaríos contra el Estado y la Constitución han suscrito en los meses que llevan en el ejecutivo estatal español -incumpliendo su seudojuramento a la Constitución- e incluso desde mucho antes, hasta el punto de quitar el sueño al presidente del gobierno; pero todo ello sin el menor remordimiento porque sirve a la causa y su supuesta superioridad moral y cultural se lo permite mientras la ciudadanía permanece, al menos de momento, adormecida.
Casado había designado a Cayetana como una apuesta personal y con la intención de anteponer una postura lo más intransigente posible a los desmanes del gobierno, pero ahora parece haber cedido a presiones externas e internas y se diría que trata de mostrar una cara “más amable” aunque ha manifestado que va a seguir la misma línea que tenía (…?...). Para ese viaje harían falta pocas alforjas y el resultado es que uno ya no sabe si pretende trazar una hoja de ruta al gusto a Núñez Feijoo y Ana Pastor con el estilo sorayista de Rajoy o qué es lo que realmente busca. Casado parece haberle dicho a Álvarez de Toledo como dijera Marilyn Monroe (no sé a quien) “estás entre lo que quiero tener y lo que me da miedo tener”.
Y así, entre la murga a base del Rey Emérito y los comentarios sobre la crisis de un PP que parece dar carnaza a sus contrincanes, nos vamos olvidando, o al menos alguien lo intenta, de los muchos casos entre los que están las investigaciones sobre la caja B de Podemos, del Podemos que mangonea la pareja que sufre los últimos acosos, lamentables sí, pero que tienen bastante de escraches fake.
Casado está intentando, a su manera, hacer verdad aquello de que las elecciones se ganan desde el centro y la moderación, pero en una España hoy muy polarizada. El resultado parece incierto y las consecuencias pronto quedarán reflejadas en las encuestas serias -las del CIS no, por favor- y más tarde cuando se celebren elecciones.
Es muy, pero que muy improbable, que el PP quite votantes a un PSOE radicalizado que, aun en bajada, va recogiendo todo lo que pierde Podemos. Resulta poco creíble que a Ciudadanos le pueda restar algo porque, entre otras cosas, a estos poco les queda que perder y lo que los populares estaban recuperando de Vox, que es donde tienen su mayor sangría, es posible que lo vuelvan a perder e incluso en mayor cuantía.
No osaré hacer pronósticos por el riesgo que uno corre en estos casos pero que toda la izquierda, toda, haya aplaudido el cese de Cayetana y la satisfacción que ello ha producido entre las filas de Vox, a mi me provocan serias dudas sobre el acierto de la medida. Al fin y al cabo, lo que el PP ha logrado en la Galicia de Feijoo no tiene por qué tener que verse reflejado en todo el territorio nacional.
Doctores tiene la Santa Madre Iglesia y yo, en mi lejana niñez, no pasé de monaguillo de aquellas misas en latín. Habrá que esperar a los resultados.