Se avecinan otras elecciones y de nuevo andamos a vueltas con las encuestas. Según ellas cada vez parece menos claro que pueda haber un claro ganador que alcance los votos y escaños suficientes, no ya para gobernar en solitario, que eso es algo de lo que, al menos hasta dentro de mucho tiempo, nos podemos ir olvidando, sino para que la formación de un gobierno pueda resultar tarea fácil. Cualquier pronóstico que hagamos puede estar condenado al más estrepitoso de los fracasos, y en los más de cuarenta días que faltan para los comicios todo puede acontecer, así que trataremos de ser prudentes al respecto pero creemos que podemos analizar algunos aspectos  de lo que, a nuestro criterio, podría suceder o influir en el resultado final.

Los últimos sondeos que  han llegado a nuestras manos parecen indicar que el aumento de escaños que el partido que sustenta al actual gobierno en funciones esperaba -y una de las causas que tal vez motivaran su nulo interés en alcanzar acuerdos-, puede ser menor de lo que pronosticaban.

Circulan también informaciones de cierta credibilidad, de que tal vez al Presidente Sánchez le llegasen indicaciones desde la Unión Europea de que no debía llegar a pactar un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Del mismo modo que en su día desde Europa se hiciese recapitular al griego Alexis Tsipras sobre sus planteamientos políticos, no resulta descartable que ahora se hubieran entrometido en la política española.

Todos los sondeos coinciden en pronosticar también una subida de cierta importancia, pero muy alejada de sus deseos y pretensiones, al Partido Popular y descensos de los otros tres partidos con más votos del anterior y extinto Parlamento: Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox. Sin embargo la relación de fuerzas, por bloques, no parece que pudiera variar demasiado, con lo que nos podríamos encontrar en una situación muy similar a la que recientemente  hemos sufrido y tan perniciosa para los intereses de todos.

Pero hay una novedad importante, aunque tampoco osaremos hacer demasiados pronósticos sobre sus consecuencias. Y es que, por fin, el becario y tal y tal, el más distinguido ex subvencionado de nuestra escena política, el inefable exfundador de Podemos, tan bolivariano como el que más pero más hábil en el uso de la piel de cordero, el desertor podemita, el hijo pródigo y prohijado por la abuelita exalcaldesa de Madrid, la señora Carmena, ha decidido dar un paso al frente y presentarse a las elecciones generales sobre la base de su "Más Madrid" -al parecer sin la concurrencia de la Yaya Manuela que prefiere jubilarse-.

Sí, don Iñigo Errejón se postulará para Presidente del Gobierno; no sabemos si como Más Madrid, Más País -¿España?- o Más de lo Mismo, pero dispuesto a hincarle el diente a su anterior gran líder, Pablo Iglesias, con todas sus pompas y sus obras.

¿A quién puede quitar más votos el bueno -es un decir- de don Íñigo? Con seguridad a quien más lo haga será a un Podemos que ya venía en horas bajas, pero también podría restar algunos al PSOE y quizás algo a otra formación, Cs, que tampoco parece estar en su mejor momento.

El destrozo que Errejón haga en Unidas Podemos puede ser memorable, pero teniendo en cuenta que ni siquiera parece tener estructura suficiente para presentarse en toda la geografía de España, casi podemos asegurar que los escaños totales que pudiera alcanzar su formación tampoco serán muchos excepto quizás en Madrid. Supongamos que, en el mejor de los casos y a pesar de sus alianzas como la que dicen haber acordado con "Compromís" en Valencia, se reparta a medias con el partido de Iglesias, un número similar a los 42 que ahora este administra; pero esta tradicional división de la izquierda, a la que podríamos unir otras como la futura andadura de un "Adelante Andalucía" muy particular, esta fragmentación cainita de la izquierda, especialmente de la extrema izquierda, no augura buenas noticias para ninguno de ellos.

Sánchez parece confiar en que con Errejón le cueste menos llegar a acuerdos que con Iglesias, pero tras la ruptura de ambos ¿podría serle suficiente pactar con Íñigo y sus grupos?, ¿sería posible que un, a su entender traicionado por los otros dos, Pablo Iglesias, se aviniese ahora a aceptar las condiciones del doctor Sánchez? Al Presidente en funciones le encanta la fragmentación de las fuerzas a su izquierda, cisma que de algún modo ha alentado, pero no está tan claro que al final le pueda beneficiar.

La segunda opción sería que PSOE y Cs llegasen por fin a un punto de encuentro, pero de creer a las encuestas esta alianza no resultaría suficiente, porque entre ambos no alcanzarían el número de Diputados necesarios.

Tampoco los separatistas catalanistas -incluido ERC- estarán de muy buen humor tras conocer las sentencias, sean cuales sean, que el Tribunal Supremo pronto dictará tras el juicio del “procés”. Y después de oír a Joaquim Torra acusar al estado de represor por las recientes detenciones a presuntos futuros kale borroka del CDR, tras sus negativas a retirar lazos y pancartas a pesar de los dictámenes judiciales, con su inminente procesamiento por hechos similares a lo que sumaremos sus afirmaciones de “lo volveremos a hacer”, pocos apoyos puede esperar Sánchez provenientes del noreste de la península. Ya buscaba él dar la imagen, ¡oh, la imagen de cada momento!, de un cierto distanciamiento incluso insinuando la  posible aplicación del art. 155, pero sus esperanzas de que con el "progresista" PNV y cesiones por parte de la extrema izquierda nacional pudiera alcanzar los objetivos, parecen desvanecerse.

Ni que decir tiene que una posible alianza del bloque de centroderechas no tiene viabilidad alguna, máxime a sabiendas de que su actual división a nivel nacional no tiene viso alguno de poder cambiar.

No, no nos parece que las elecciones del próximo 10 de noviembre vayan a dar resultados  positivos. Pero me gustaría estar en un error y no tendría inconveniente en reconocerlo.