Se ha quejado la ministra portavoz del gobierno, doña Isabel Celaá de los muchos ataques que viene recibiendo el presidente Sánchez Pérez-Castejón y del acoso que dice estar sufriendo, principalmente a cuento de su dichosa tesis doctoral, pero no solo por ello, y todo con el consiguiente intento de derribo. Al propio jefe del ejecutivo se le ve también muy molesto y algo nervioso, hasta llegar incluso a tener el feo gesto de señalar con el dedo, en el Parlamento, al presidente de Ciudadanos en lo que pareció un evidente signo de amenaza.

Por el momento me seguiré resistiendo en este blog a la tentación de entrar a valorar o juzgar ese presunto doctorado pues creo que, aun habiendo bastantes evidencias en contra, todavía se le debe dar un margen de confianza y esperar a que aparezcan más pruebas e, incluso, darle la oportunidad de que se demuestre su inocencia. La verdad es que todo parece apuntar cada vez más a que el plagio haya existido además de que la tesis sea de escasa calidad porque, presentada en tiempo tan breve, es altamente improbable que pueda ser calificada con un sobresaliente “cum laude” como de modo sospechoso fue conceptuada, y es que una tesis o es excelente o no es nada, porque tratándose de una investigación innovadora, la mediocridad no puede ser admisible.

Creo que la señora Celaá y todos los que defienden la postura del presidente tienen toda la razón. La política, no solo en España y sobre todo después de la aparición de populismos de todo signo, se ha convertido en un autentico cenagal donde los adversarios parecen enemigos y el debate parlamentario ha dado paso a la descalificación, casi al insulto personal y en ocasiones al matonismo y la amenaza, algo que recuerda tiempos que uno preferiría no rememorar.

Pero…
Qui gladio occidit, gladio occisus erit: Quien toma la espada, a espada morirá, palabras de Jesucristo en el evangelio según San Mateo (26, 51-52) que ha dado origen al dicho popular de "quien a hierro mata, a hierro muere".

No sé hasta que punto puede quejarse de ser acosado quien llamó indecente ante las cámaras a un presidente anterior, cuyos talones pisó con brío y constancia durante años y quien se alineó con el mismo diablo para quitarle el puesto. No sé hasta que punto puede lamentarse de ser hostigado, quien respaldó y sigue respaldando un acoso similar al actual presidente del Partido Popular por presunta irregularidad en una titulación de rango muy inferior a una tesis doctoral. No sé hasta que punto puede gimotear por sentirse perseguido, uno de los que llevaron al expresidente Aznar a declarar en una inútil comisión parlamentaria -en la que se le faltó mucho al respeto aunque él no se mordiese la lengua- sobre hechos por los que ningún juez le ha imputado y ocurridos años ha. No sé hasta que punto puede sollozar por sentirse objeto de una cacería, el presidente de un partido que cercó las sedes de su principal rival en la jornada de reflexión previa a unas elecciones generales, el presidente que basó su moción de censura en la corrupción de su adversario cuando en su propio partido quedan 77 casos de corrupción pendientes de juicio.

El problema de nuestro actual presidente es que se están acumulando tantas evidencias en su contra que ya hasta los medios afines y algunos socios políticos empiezan a colocarse de perfil en el dichoso caso tesis. El problema es también que, como era previsible, gobernar con solo 84 diputados es muy complejo, tanto que le obliga a adoptar decisiones demasiado difíciles de justificar, que empiezan a aparecer resultados negativos de su gestión y creo -y esta es solo una opinión- que empieza a notar el desgaste y temer el descenso en la intención de voto, con los nervios que eso ocasiona. Nuestro mandatario parece formar parte de esa izquierda radical que se cree en una situación de tal superioridad moral que sus fines siempre justificarán los medios que él emplee pero que no concibe que los demás “crispen” lo más mínimo y menos si son de la derechona.

Como ya hemos dicho, algunos medios habitualmente amistosos parecen empezar a dudar del líder y, sin embargo, en esta ocasión y no sé si será el efecto Casado, pero la derecha da síntomas de empezar a creérselo y el caso es que varios medios conservadores, prensa escrita, prensa digital y radio, están sacándole los colores al “presidente por accidente” revelando nuevos datos negativos, y no solo sobre la tesis, un día sí y otro también.
No sé si eso es bueno o es malo, pero es lo que hay y son las herramientas habituales que siempre han usado y siempre seguirán usando los unos y sobre todo los otros.

Hay millones de motivos para quejarse y millones de motivos para no hacerlo. Optar por una opción o por otra depende de ti”.
(Wayne Dyer)