La proyección de Vox, el partido que, tras mucho tiempo luchando por alcanzar representación parlamentaria, ha obtenido doce escaños en el parlamento andaluz es, no solo por ello sino también a tenor de su tendencia en las encuestas, un nuevo valor en alza que podría ser determinante en futuros comicios y, de modo especial, en las legislativas nacionales cuando, antes o después, tengan que llevarse a cabo.
Tras los acuerdos finalmente logrados, en Andalucía se llegará al desalojo de Susana Díaz y su partido del poder. Con el pacto entre Ciudadanos y el Partido Popular y más allá de la posición o postureo de cada cual, ambos llegaron en principio a un acuerdo para relevar al partido de los socialistas tras casi 40 años de régimen clientelar del PSOE. Cs llegó a un acuerdo con el PP, pero escenificó su repulsión hacia Vox para salvar su culo ante el partido liberal europeo al que pertenece y teatralizó su rechazo a cualquier extremismo aunque saben que algo arriesgan porque no en vano muchos de sus votantes proceden del PP, bastantes de los cuales les siguieron por sostener antes algunas de las reclamaciones que Vox hace ahora y que los populares abandonaron. Por su parte el Partido Popular logró convencer además al partido verde, Vox, y le persuadió finalmente a cambio de algunas cesiones importantes pero no trascendentales -aunque ellos habían planteado cuestiones inasumibles hechas desde su propio postureo, se acabó imponiendo lo más lógico o, según criterios, lo menos ilógico-. Vox avalará la investidura de Juan Manuel Bonilla con sus votos aunque sin entrar en el gobierno y se supone que para situarse de inmediato en algún tipo de oposición.
Vox ha crecido, y puede que siga creciendo, en gran parte gracias a la dura campaña en su contra que sufrió antes de las legislativas andaluzas y que continúan azuzando de modo inmisericorde la mayor parte del resto de los partidos y también de los medios de comunicación, sobre todo los de izquierdas -los denominaremos la “checa mediática” en sintonía con aquello que en su día fue bautizado como el “bunker” de la derecha-, campaña que prueba de la escasa inteligencia política de tantos.
Hemos repetido en estas páginas que más extremistas que Vox nos parecen otros partidos que en España pretenden ser ejemplo de democracia, verbigracia muchos nacionalismos y el campeón de la demagogia, Unidos-Podemos. Todos estos últimos pretenden o la desmembración de España o la destrucción del actual sistema de democracia liberal que nos trajo la Constitución de 1.978, sin dudar para ello en utilizar la democracia mientras sirva a sus fines o cualquier otro método cuando lo consideren necesario (algo que ya dijeron con sus propias palabras socialistas históricos como Pablo Iglesias Posse en 1.910 o Francisco Largo Caballero en 1.936).
Sin embargo y de momento, Vox, partido que también podría ser considerado populista, había hecho exigencias que serán disparatadas para alcanzar su acuerdo en Andalucía, pero siempre defendiendo la Unidad de España y pretendiendo hacer sus propios cambios a la Constitución dentro de los procedimientos que esta prevé. A partir de ahí cada cual puede expresar sus temores, algo que tampoco resulta descabellado dadas sus presuntas similitudes con el “Frente Nacional” de Marine Le Pen, “Alternativa para Alemania” o la “Unión Cívica Húngara” de Víktor Orbán. Sin embargo, creo que un estudio detallado de cada uno de ellos podría hacernos concluir que no son exactamente lo mismo que Vox y sobre todo que éste es muy diferente a un verdadero partido fascista, así reconocido en sus estatutos, como es el griego “Amanecer Dorado”.
Vox está hoy muy lejos de poder formar gobierno solo pero tampoco está en condiciones de hacerlo en coalición; podrá apoyar o no a unos u otros; tiempo tendremos de ver su evolución y qué caminos acaba tomando. Por el momento ha conseguido algo que hasta hace poco parecía impensable y es que el PSOE pida al PP que recupere la senda de la moderación que mantuvo Rajoy… ¡del mismo Rajoy al que constantemente calificaban de fascista!
Vox ha necesitado alzar la voz en Andalucía para que el Partido Popular y Ciudadanos no llevasen a cabo su propio acuerdo sin tenerles en cuenta, contando con que votasen dicho pacto sin más ni más, sobre todo porque dicho voto les resultaba imprescindible. Han hecho bien sus dirigentes en reclamar alguna atención a cambio de tal apoyo, pero se sabía que no iban a ser obstáculo para la alianza.
Pero Vox comete muchos errores, siempre bajo la lupa subjetiva de quien aquí escribe, algunos de los cuales citaremos a continuación:
- La imagen tiene en política una importancia trascendental. Hemos visto fotografías de Santiago Abascal sin lucir barba que, aunque algo más joven, le dan un aspecto mucho más afable. La barba como cualquier otro aditamento, no sienta bien a todos y el Abascal de ahora parece estar siempre cabreado. En cuanto a su Secretario General, Javier Ortega Smith, el hombre que además de político y abogado fue miembro de un cuerpo de élite del ejército español, cuando habla parece más estar arengando a sus tropas que expresándose con la mesura que a un político se le supone. No dudamos de su valía personal, pero creemos que debería intentar dar otra imagen y una apariencia menos vehemente. Seguro que un buen asesor de imagen indicaría a ambos cambiar su lenguaje, el verbal y el corporal/gestual para abandonar ese aire caudillista que de ningún modo les puede beneficiar.
- La lectura del programa de Vox nos proporciona una amplia panoplia de medidas que quieren derogar, pero nos dice muy poco de qué es lo que harían si gobernasen. No sabemos qué política económica tienen en mente, no nos dicen que harían con el mercado laboral ni con la sanidad… derogar es mucho más fácil que gobernar y vivir a la contra suena a populismo.
- Sabemos que hay mucho interés por toda la izquierda y parte de la derecha en descalificar y tergiversar todas sus propuestas con muchas de la cuales aquí podemos estar en desacuerdo, pero otras, o no son capaces de explicarlas bien o no saben contrarrestar las informaciones tendenciosas que desvirtúan su mensaje. Citaremos algunos ejemplos:
• No es cierto que Vox se proclame antieuropeo. Lo que pide es un nuevo tratado de la Unión, reducir el gasto, revisar las ayudas de la PAC o suspender el espacio Shengen hasta que haya garantías de que no ocurren cosas como las de la no extradición de Puigdemont. Podremos estar, o no, en desacuerdo con lo que proponen, pero lo que dicen no significa estar en contra de Europa.
• No están en contra de las mujeres. No, no es cierto. Proponen cambiar la ley de violencia de género actual por otra que penalice por igual a hombres y mujeres en caso de que cometan el mismo delito -la reciente y polémica sentencia del Tribunal Supremo castigando de diferente manera a una pareja que se agredió mutuamente en Zaragoza parece haber salido en auxilio de su postura, aunque no pretendemos ahora entrar en esa polémica-. Podrán o no estar equivocados en su posicionamiento, pero no creemos que eso sea necesariamente misoginia. Su postura tiene también mucho que ver con su oposición a una ideología de género de la que parece haberse adueñado la izquierda extrema.
• Abascal defiende en su programa el concepto de la familia tradicional pero no se ha opuesto específicamente al matrimonio entre personas del mismo sexo; de sus manifestaciones parece deducirse sin embargo que no es partidario de este vinculo como tal matrimonio, pero solo desde el punto de vista de su denominación. Es decir, matrimonio homosexual no, pero en su sentido semántico, aunque nunca ha objetado nada contra cualquier otro tipio de unión de pareja. Nadie podrá encontrar en su ideario una palabra homófoba. De nuevo nos encontramos con un concepto que puede o no ser compartido, pero no parece que se les pueda considerar exactamente como practicantes de la homofobia.
• El deseo de ilegalización del aborto no es tampoco algo que se pida por ir en contra de las mujeres sino por su idea de defensa de la vida. Creo que es una postura de la que participan muchas personas ajenas a Vox que, como venimos repitiendo, puede o no ser compartida, pero con ella no trata de atacar al sexo femenino.
• En definitiva, otro error o carencia es que su capacidad de explicarse parece muy escasa. - Y siguiendo con el capitulo de los desaciertos, creemos que las exigencias planteadas en Andalucía para llegar a acuerdos con PP y Cs eran tan excesivas que ni ellos mismos creían que puedieran ser aceptadas; algunas o contravienían la ley -derogar parte de la Ley de Violencia de Género, por muy mala que les pueda parecer, es imposible para cualquier Comunidad- o no son de atribución autonómica, como la de expulsar a 52.000 inmigrantes, algo que por otra parte solo podría restarles credibilidad por su contenido xenófobo. Eso era lo que se llama pedir por pedir y “hacerse los duros” porque sabían que eran imposibles de aceptar. Al final hubieron de contentarse con mucho menos porque lo que nunca asumirían sería la responsabilidad, para ellos suicida, de que se repitieran las elecciones o de que Susana Díaz vuelviera a ser presidenta de Andalucía.
El tiempo dirá que ocurre con Vox, pero en mi humilde opinión si de algo no se les puede acusar es de cinismo. Siempre son directos y sinceros; nunca se disfrazan de la transversalidad que, sin ir más lejos, Podemos nos intentó vender en un tiempo; no son en absoluto sospechosos de haberse financiado por métodos ilícitos, algo en lo que parece bastante oscura la extrema izquierda podemita. Vox ha evitado posicionarse a favor de Franco, de Hiltler o de Mussolini, mientras la extrema izquierda sigue proclamando a los cuatro vientos su admiración por Lenin, Mao Zedong o el castrismo mientras se envuelven hipócritamente con la túnica de la democracia con la inestimable ayuda de la checa mediática. Y lo peor es que hay demasiados que les compran la mercancía.
Vox tiene muchas posibilidades de se le acabe desinflado el suflé como puede ocurrir con cualquier radicalismo. Pero amenaza por amenaza, a un servidor le sigue pareciendo mucho más peligrosa, al menos en España, la doblez de la izquierda extrema y travestida y no digamos los nacionalismos excluyentes.
Terminaremos volviendo a decir, como ya hemos hecho en ocasión anterior, que todos nuestros líderes políticos deberían cuidar sus actos, ser conscientes de que cualquier extremismo solo puede engendrar otro extremismo de signo contrario y que la política de frentes solo puede conducir al fracaso de un país. El PSOE no puede llamar pacto de la vergüenza a lo que ha ocurrido en Andalucía después de haber aceptado los votos de Bildu y anticonstitucionalistas varios, pero el PP también debería recordar que siempre defendió la idea de que debe gobernar la lista más votada. Hay que huir del frentismo y aquí seguiremos siempre defendiendo la idea de que una grosse koalition o gran pacto entre todos los socialdemócratas y todos los liberales es algo que debió hacerse hace algunos años -al menos hasta salir de la crisis- y nos hubiera ahorrado sufrir el calvario que llevamos padeciendo demasiado tiempo, aunque ahora eso se antoja imposible,