Es incorrecto e inmoral tratar de escapar de las consecuencias de los actos propios.
Mahatma Gandhi

Creo haber dejado patente con anterioridad cual es la posición de este blog respecto a lo que Podemos y sus corrientes varias pueden representar, o no, como fuerza política de extrema izquierda y a lo que Vox significa, o no, como formación de extrema derecha, hasta el momento, al menos, solo programática. No pretendemos ahora entrar de nuevo en esa polémica pero señalaremos algo que resulta innegable:
De los cinco partidos que tienen o pueden tener representación parlamentaria a nivel nacional según las previsiones demoscópicas, e incluimos a Vox por ello, éste último es el que está situado en una posición ideológica más de derechas, mientras que Unidos Podemos es el más izquierdista de todos.

Pues bien, ahora nos ha dicho doña Susana Díaz, evidentemente contrariada por estar a punto de perder la presidencia de la Junta de Andalucía, que es vergonzoso que PP y Cs hayan aceptado los votos de Vox para eyectarla de su sillón presidencial. Y lo dice esta dama que, de haber podido, no hubiese tenido la menor duda en gobernar en un affaire político junto a Unidos Podemos. Ella que, además, ha mostrado en numerosas ocasiones su desagrado con los pactos que otros en su partido, incluido el Secretario General, han llevado a efecto con esta última formación en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas y no digamos los votos aceptados de extremistas-independentistas presuntamente golpistas entre otros “raritos” bien conocidos. Pero aun más allá ha llegado Rafael Simancas, al afirmar que el pacto es nada más y nada menos que una traición a España y, para rizar el rizo, Pedro Sánchez se ha defendido diciendo que no es lo mismo aceptar votos para una moción de censura que para una investidura (¡…!) y es que cuando el cinismo, la simpleza y la fatuidad se unen pasan estas cosas.

El razonamiento que tanto Ciudadanos -aunque trate de escurrir el bulto y quedar bien con todos, algo que se antoja imposible- como el Partido Popular le pueden echar en cara a los socialistas es: ¿Por qué no podemos pactar con la derecha radical si vosotros aceptáis ese tipo de tratos con la izquierda revolucionaria, con nacionalistas fascistas y con ese esperpento heredero de etarras llamado Bildu?

Pero volviendo la oración por pasiva, ese mismo razonamiento es el que contraponen, y algo de razón puede que tampoco les falte, los dirigentes del PSOE: ¿Por qué lleváis tanto tiempo criminalizando nuestros pactos con los fundamentalismos de izquierda si ahora estáis dispuestos a llegar a acuerdos con la extrema derecha?

No queremos en este momento pronunciarnos al respecto y aceptamos que cada cual que adopte la postura que le parezca porque, por lo demás, creo que nuestra posición como antes ya indicábamos, ha quedado suficientemente clara en artículos anteriores.

Lo que nadie debería olvidar es el principio de acción y reacción que definió Isaac Newton en su tercera ley; muchos parecen ignorar que el extremismo de un sentido provoca, generalmente, otro extremismo de signo contrario y cuanto mayor sea ese radicalismo, más drástica será la respuesta.

No, la culpa no es del bueno de Newton, él se limitó a constatar científicamente una ley física que de todos es conocida. Y así como una desmedida presencia de separatistas conducirá inevitablemente a un aumento exponencial de centralistas y viceversa, las movilizaciones antisistémicas de la calle con intenciones políticas acabará por provocar movilizaciones de signo contrario.

La preponderancia y la actitud excesivamente beligerante de la izquierda revolucionaria durante la segunda república española acabó provocando la aparición de formaciones completamente opuestas como la Falange Española entre otras y, por último, el golpe de estado franquista. Eso es algo que no debería ser discutido ni discutible, aunque si alguien cree que fue al revés, tampoco tenemos intención de entrar en discusiones al respecto, pero también habría que concluir que, en ese caso, el razonamiento será igual de válido. Acción y reacción.

Pues ojo. Nos estamos jugando la concordia nacional. Todos los políticos, de uno u otro signo, deberían quizás pensar en el resultado y en las consecuencias de sus palabras y de sus actos.

Y si en nuestro anterior artículo os deseabamos una felices Navidades, éste es el momento de pedir para todos los jinetes, a los fans de la buena música y a las gentes de buen corazón, que sois muchos, un feliz y próspero año 2.019