Estamos sumidos en plena precampaña electoral por lo que el panorama político empieza a ser entretenido y además, como suele ocurrir en estos casos, empiezan a oírse las consabidas salidas de tono y despropósitos de toda índole.
El partido conocido como Ciudadanos, que ya no puede quitar más votos a la derecha, ahora parece perder adeptos por la izquierda, a lo que ayuda el reciente descubrimiento de un pucherazo en las Primarias de Castilla-León y que pudiera no ser el único. Rivera se esfuerza en buscar fichajes impactantes al más puro estilo Pedro Sánchez, aunque las encuestas indican una posible bajada en intención de voto; hay hasta quien dice que asistir a la manifestación de Colón también le podría haber hecho perder esos apoyos procedentes de la izquierda, aunque esos comentarios pudieran ser interesados porque tal cosa es algo realmente dificil de calibrar.
Por su parte y a tenor de lo que se observa, el PP de Pablo Casado no puede evitar que una gran parte de derechistas desencantados con el Partido Popular -tal vez más como herencia del PP de Rajoy y Soraya que por sus propios deméritos- se estén pasando a Vox. Sus ruegos a este último de que no se presente en pequeñas provincias son ridículos, pero lo que en realidad trata de hacer es llamar a la puerta de los propios ciudadanos y potenciales votantes que les pudieran elegir, para solicitar un supuesto voto útil.
Hay nerviosismo en el PP, lo que prueban hechos como el protagonizado por Rafael Hernando, el que fuera su portavoz en el Congreso, un corifeo que siempre ha parecido más creíble cuando calla que cuando abre la boca. Ha vuelto a meter la pata (y van...) haciendo gratuitos juicios de valor al afirmar, vía twiter, que si gobernase el PP, el asesinato de los niños de Godella hubiera sido aprovechado por sus contrincantes políticos para atacarles de modo sucio, señalando con el dedo a algún medio de comunicación concreto. Hernando es muy libre de pensar lo que quiera, pero siempre se ha distinguido por su incontinencia verbal; entendemos que querría manifestar su desagrado con lo que cree hayan podido ser sido anteriores y poco éticas campañas de descrédito, pero un Diputado que hace ese tipo de afirmaciones sin pruebas y basadas en suposiciones, se descalifica solo y Casado debiera haber tomado nota en sus renovadas listas en las que ha terminado de diezmar a los pocos sorayistas que no se habían ido con anterioridad. Poca, tal vez por innecesaria, democracia interna parece que haya existido.
Pablo Iglesias confirmó nuestras sospechas de que es un machista de manual. Lo dejó claro con su famoso cartel de VUELVE -una hipérbole política y una sobredosis de peronismo y caudillaje narcisista a decir de Ignacio Camacho en un artículo en ABC- mientras que su amada pareja, Irene Montero, cometía el desliz de autoproclamarse futura lideresa de Podemos, suponemos que tras consultar con las bases que deben ser ellos dos, y celebrar unas Primarias en modo reducido mientras tomaban té con pastas en el salón noble de su mansión con vistas a la campiña de Galapagar. Para soltar exabruptos extemporáneos ya tienen a Echenique. Mientras, los sondeos les auguran un mero papel de segundones, amigos con derecho a roce, al lado de Pedro Sánchez, aunque ya sabemos que las encuestas solo son encuestas y que las sorpresas las carga el diablo.
El que se lleva la palma del ridículo es nuestro indefectible favorito para encabezar la lista de políticos descerebrados, el mayor desvalido intelectual de la escena política patria, siempre dispuesto a destacar en el ranking de desquiciados. Parece difícil de creer, pero siguiendo el hilo argumental de Alberto Garzón -por cierto, líder denostado por el propio Gaspar Llamazares-, el terrorista detenido por los recientes asesinatos de Nueva Zelanda tiene la misma base ideológica que la hidra de tres cabezas española, como él llama a Vox, al PP y a Ciudadanos, por lo que los tres, sin excepción, son algo así como un peligro para la humanidad. Por supuesto ignora, por ejemplo, que entre otros muchos genocidas de todo signo -el terrorismo sí que es transversal- que inspiraron a la bestia asesina de la mezquita Al Noor de Christchurch, se encuentran los ultranacionalistas ultraizquierdistas y genocidas serbobosnios Radovan Karadzic y Ratko Mladic. Pero da lo mismo, todo vale con tal de atacar al adversario. Y lo más inquietante para su salud mental es que parece que llega a creerse sus propias obnubilaciones.
Vox entretanto se ha creído que lo de Andalucía se puede repetir y aun aumentar en el resto de España y no les faltan algunas razones para ello; se sienten en una nube, tienen un “subidón”, permítaseme la expresión, y no parecen conscientes de que tal vez le estén haciendo el juego a Pedro Sánchez que, esta vez sí, podría haber encontrado inteligentemente la fórmula del éxito al provocar, conscientemente, la división de sus rivales. Vox confecciona y divulga sus propios estudios, estimaciones y cálculo de escaños sin contrastarlos con nadie más, los da por buenos y se los cree. Pero si Abascal imagina que él puede ser Presidente, ahora o en el futuro, aun a riesgo de equivocarnos le auguramos un estrepitoso fracaso. Su destino futuro y su evolución política no apunta a que puedan ser muy distintos de lo que han sido o están siendo los de Podemos, aunque se hayen en el lado opuesto de su ideología.
Hemos dejado para el final al que presumimos favorito para poder gobernar este curioso país -siempre según unas encuestas cuya credibilidad es la que es-. Nos referimos, claro, a Pedro Sánchez y a su camarilla de inanes para los que el viento demoscópico parece soplar a favor mientras se ha tomado cumplida revancha en las listas electorales laminando a sus oponentes dentro del partido; democracia interna se llama también a eso. Hablamos del mismo Pedro que sigue diciendo que va a exhumar a Franco y pone fecha al acto sin saber aún qué va a decidir el Tribunal Supremo al respecto, el mismo que quiere cambiar para ello a algunos jueces molestos como ya hicieron otros socialistas en Andalucía con la juez Alaya, el mismo Sánchez que plagió su tesis doctoral sobre la que un servicio oficial de Moncloa emitió un comunicado falso basado en un informe inexistente para intentar ocultar lo evidente, el mismo Presidente que más que probablemente indultaría a los presuntos condenados por el golpe de estado catalanista, el mismo señorito que igual asiste a un concierto de rock que a la boda de un cuñado y declara secretos de estado los viajes del Falcon que utiliza para ir; el mismo jefe del gobierno que pone a su servicio personal a un órgano estatal como el CIS, el mismo caballero que proporciona un excelente empleo “africanista” a su amada esposa cuya experiencia previa en el tema era cero y declara secretos oficiales sus emolumentos, el mismísimo presidente por accidente que regala un cargo con categoría de Secretaria de Estado a la “negro” que escribió al dictado su biografía narcisista. El de los ministros en entredicho, el de los viernes al sol, el mismo irresponsable durante cuyos nueve meses de gobierno se ha empezado a ralentizar el crecimiento de empleo y que mientras hay indicios de una posible nueva recesión económica se dispone a repartir un dinero que no tiene -el dinero del estado no es de nadie, Carmen Calvo dixit- a repartirlo a diestro y siniestro elevando el gasto público hasta niveles inadmisibles con suma alegría para solaz de sus amiguetes podemitas e independentistas... y nos dejamos cosas en el tintero para no alargarnos demasiado. Éste es el que, si las encuestas no nos engañan y esperamos que sí lo hagan, podría arruinar este país a lo largo de los próximos cuatro años.
Un tal Zapatero, el que decía jugar en la Champions League de la economía, nos dejó al borde del rescate logrando al final que un tal Rajoy obtuviese la mayoría absoluta. Los acontecimientos suelen ser cíclicos, la Historia tiene la enorme y discutible virtud de repetirse y siempre tiene que haber malotes que hagan recortes y ahorren para que luego lleguen los buenos y generosos y puedan gastarlo todo.
Esta es nuestra querida España.
Pero no descartemos las sorpresas, que haberlas haylas. O no, o sí, ya veremos.