Corría el año 2.010 cuando Arthur Mas se hacía cargo de la Presidencia de la Generalitat Catalana y en el salón de plenos correspondiente, presidido por una gran fotografía del Rey de España, se colocó un gran cortinaje negro que ocultaba la imagen del monarca. No contento con eso, de sus palabras ya se pudo fácilmente deducir la deriva hacia la locura que empezaban a tomar los acontecimientos en aquella Comunidad Autónoma.

A este oprobioso acto asistieron autoridades y políticos de todos los partidos que en ese momento tenían representación en el Parlament de Catalunya. En representación del Gobierno español lo hizo el entonces Ministro, Cristóbal Montoro, que sufrió la humillación de no ser situado en lugar preferente y tuvo que ocupar un asiento como uno más entre el público.

Cuando Mas terminó su poco edificante alocución, todos los asistentes aplaudieron la intervención, unos con gran fervor y otros con ninguno, pero todos intentaron, al menos, ser educados. A Montoro se le vio palmotear sin ningún entusiasmo pero con una cortesía que quizá no fuese el momento más adecuado para tener, aunque ya sabemos aquello de “hacer política” y bla bla bla. El único que mantuvo el semblante adusto y no hizo el menor gesto de complaciencia ni aplaudió, fue el entonces Inspector General del Ejército y Capitán General de Cataluña, mi buen amigo y apreciado compañero José Muñoz Muñoz. Ya sabemos la diferencia que hay entre quienes saben mantener la grandeza y aquellos que carecen de suficiente dignidad y nobleza. Por sus frutos los conocereis (Lucas 6.43-44).

El día 27 de enero recién pasado, el Presidente de República del Perú, Martín Alberto Vizcarra Cornejo, de visita oficial en España, pronunció unas palabras ante nuestro Congreso de los Diputados entre las que incluyó la condena al régimen venezolano de Nicolás Maduro y el apoyo del Parlamento español a la figua de Guaidó. Sus palabras fueron aplaudidas por todos lo miembros de PP y Cs, no solo por avalar su postura sino porque no cabía otra actitud que la de la más elemental cortesía. No podía sorprendernos que se guardasen las manos en los bolsillos especímenes varios como independentistas de distintos pelajes y podemitas bolivarianos, aunque sí nos sorprendió algo, tampoco demasiado, la misma actitud mostrada por los peneuvistas.

En la bancada del PSOE, la Ministra Nadia Calviño y el también Ministro Pedro Duque hicieron intención de empezar a aplaudir, pero al ver la actitud del resto de sus colegas y la del Presidente del gobierno, dejaron de hacerlo de inmediato.
Ni el presidente Sánchez, ni ninguno de sus Ministros o Diputados cumplimentó debidamente a Martín Vizcarra.

Solo exponemos un hecho y no haremos conclusiones. Que cada cual saque las suyas propias.

La dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos.
Aristóteles