Si alguien pensaba que el histrionismo, fundamentalmente a cargo de ERC y Bildu, a cuenta del traído, llevado y más que presunto espionaje del CNI a personajes de sus formaciones, si alguien llegó a creer que la representación teatral que hemos vivido durante días, tenia la mínima posibilidad de hacer fracasar el decreto anticrisis del gobierno, ya habrá podido comprobar cuan desacertado era su pronóstico.

El gobierno y sus cómplices, ese conjunto disjunto que constituye el colectivo Frankenstein, llevan mucho tiempo representando, no se si una comedia o una tragedia, en la que cada cual ejecuta su papel de manera soberbia. En esta ocasión hasta el presidente del (des)gobierno ha suspendido un viaje al extranjero para así hacer ver que tenía que hacer el esfuerzo de intentar convencer a alguien cuyos votos hiciesen salir a flote la resolución propuesta.

Que en los planes  de Sánchez no entraba aceptar ninguna proposición de PP, Ciudadanos o Vox, lo sabía cualquier persona mínimamente informada. Sánchez nunca ha querido acordar nada con ellos y, para no perder la costumbre, solo pedía a quienes están a su derecha, la aceptación sumisa a cambio de nada.

Que la carcunda y toxica compañía que el ejecutivo se ha procurado se vaya a pegar un tiro en el pie dejando caer al mismísimo Sánchez, el que les ha abierto tantas puertas que se han podido colar hasta en la Comisión de Secretos Oficiales, que toda esa basura parlamentaria se vaya a arriesgar a perder las prebendas que han recibido, resulta impensable.

Con guion de Albares, las actuaciones estelares de Pedro Sánchez y Mertxe Aizpurúa, con todo un Rufián interpretando su papel no tan secundario, y el amplio elenco de actores formados en la academia de cine Frank&Stein, la representación salió perfecta. El presidente suspendió su viaje, todos sus fautores se rasgaron las vestiduras y, cuando el melodrama estaba a punto de convertirse en tragedia, apareció el protagonista, Supersanchiman, y consiguió que todo acabase en final feliz. Sí, convenció a uno de sus aliados preferentes, los sucesores y brazo político de lo que fuera ETA y ¡oh milagro imprevisto! votaron a favor del decreto. Solo faltó que el chico sociata y la chica bilduna se besaran y apareciese en pantalla aquel letrero de The End que los que peinamos muchas canas recordamos bien. De Oscar.

El pago a los actores se viene haciendo desde hace tiempo en forma de dinero y beneficios penitenciarios para todos los delincuentes confesos, se culminó con la fétida (y traidora) designación ya citada para la comisión de secretos oficiales, y se prolongó con la humillación del ministro de exteriores viajando a Barcelona para dar explicaciones entre las que se  incluye la descalificación de la ministra de defensa. Y quizás algún día sepamos qué otras cosas indignas se le concedieron a Bildu para obtener su voto.

Bildu, ERC, Junts y toda esa panda de desalmados pretenden la destrucción del estado, pero necesitan que este gobierno siga en el poder para avanzar en su camino y Sánchez y lo que queda de lo que un día fue el PSOE, aceptarán lo que sea porque su única patria es su interés personal.