Hace menos de veinte años, cuando comenzaba el tercer milenio y despertaba el nuevo siglo XXI, España parecía un país con una aceptable normalidad. Desde luego ocurrirían cosas poco deseables pero nada que hoy pudiéramos considerar insoportable. Quizá fuera a raíz de los tristes atentados del 11M, que creo marcaron un antes y un después en  el devenir del país, cuando se empezó a producir un cambio a peor. Sin embargo, nadie podía imaginar entonces el nivel de degradación al que se iba a ver sometida España solo una década más tarde, cuando la cola del paro llegó a superar los cinco millones de desempleados (tres más que cuando el PSOE llegara al poder), cuando estábamos al borde del rescate financiero mientras un tal Rodríguez Zapatero presumía de estar en la Champions League de la economía, el mismo Zapatero que chalaneaba mano a mano y a medias entre aquel célebre Estatuto Catalán (-Apoyaré la reforma del estatuto que  apruebe el Parlamento Catalán, Pascual…) y humillantes cesiones a ETA, caso Faisán incluido y tantas y tantas barbaridades… Sí, pensábamos que podíamos haber tocado fondo. Pero no.

Solo un lustro más tarde estábamos bastante peor. Habían hecho acto de presencia, exitosamente para ellos, formaciones políticas de corte antisistema, comunistas bolivarianos populistas, hábiles con la palabra eso sí,  que nunca ocultaron sus verdaderas pretensiones de destruir el tejido social español; ex asesores del venezolano Hugo Chaves que les compensó generosamente, mezcolanza de marxismo-leninismo, castrismo, republicanismo, buenismo, mostrando cercanía con etarras y simpatía hacia el nacionalismo excluyente, comunistas que con el apoyo de socialistas alcanzaron el poder en algunos de los más importantes Ayuntamientos, en alguno de los cuales siguen estando, y se convirtieron en el bastón en que se apoyaron algunas Comunidades gobernadas por el PSOE. Allá por donde pasaron solo dejaron deudas, protegieron la existencia de manteros (cara visible de ciertas mafias) okupas jactándose de serlo y miseria económica y moral. Con la generosa ayuda de muchos medios de comunicación llegaron incluso a lavar  bastante su imagen y ahí los teníamos ya, alardeando de haber conseguido unos adelantos sociales que nunca fueron tales, a no ser que como adelanto consideremos los escraches a gentes de bien.

Al mismo tiempo, el nacionalismo catalanista comenzó a salir del armario y a cometer barbaridades con la aquiescencia de un estado cada vez más débil,  hasta llegar a proclamar, (sí pero no, que ya veremos), la independencia   de un presunto estado catalán, algo que llevó a muchos de sus líderes ante un tribunal de justicia que, condescendiente y complacientemente, les acabaría por condenar, solo, por el delito de sedición.

¿Qué otras cosas podían salir mal?

Pero nada más cierto que la ley de Murphy cuando afirma que  todo lo malo es susceptible de empeorar, así que hete aquí que cuando estamos en puertas del año 2.020, los socialistas supuestos constitucionalistas y los bolivarianos contrarios al “régimen del 78” y la monarquía parlamentaria, ambos en declive electoral, se pusieron de acuerdo, en menos de 24 horas con suma facilidad, para gobernar en coalición y dirigir los destinos de este nuestro país. Un acuerdo entre fulleros sin principios, capaces de decir una cosa y la contraria varias veces al día y ante cuyo anuncio, a los inversores extranjeros ya les han saltado las alarmas y la UE se ha puesto en guardia. Sí, al gran jefe hispano-bolivariano, en su momento electoral más bajo, le han prometido una Vicepresidencia del gobierno y al menos tres Ministerios, uno para la parienta, faltaría más. Pasito a pasito, nunca retroceder y alcanzando el cielo sin necesidad de hacerlo al asalto, ya queda menos para alcanzar la meta deseada.

Pero, claro, ellos solos no alcanzaban los escaños suficientes para gobernar, así que había que buscar nuevos apoyos aunque fuera buceando en las peores pocilgas:

-¿Algún problema?, se dijeron. -Para nada, que tenemos al alcance de la mano y en la cárcel a los nacionalistas golpistas que a cambio de alguna cosilla nos apoyarán y asunto resuelto. Y que no crean esos facciosos de la oposición que nos vamos a arredrar por esas bagatelas. Si hace falta transformaremos esto en un estado federal, en un estado plurinacional o en lo que sea ¿oyes?, y pelillos a la mar. A lo mejor hay que amnistiar y alguna otra minucia, pero es que nosotros no reconocemos obstáculo. Y claro que tampoco debemos descartar a ese “hombre de paz” que responde por Arnaldo Otegui y a sus pacíficos correligionarios de Bildu.

Algunos desconfiados sentimos temor de que estén poniendo en riesgo no solo la economía, las pensiones, la Sanidad y muchas otras cosas, lo que ya sería bastante, sino también la propia existencia de España como estado unitario y cohesionado, como Nación en suma, el estado más antiguo de Europa. No es que lo diga yo solo, es que 300 personalidades de los ámbitos cultural y político, entre ellos muchos socialistas históricos, han presentado un manifiesto en contra de lo que Sánchez e Iglesias, Iglesias y Sánchez están tramando. Lamentablemente todos aquellos barones actuales del PSOE que en su día arrojaron a la calle al hoy presidente en funciones por temor a que hiciera lo que ha acabado haciendo, ahora callan. Solo ellos son los responsables de su cobardía.

Resulta cuando menos curioso que los únicos que puedan librarnos del desastre sean los propios  separatistas, pues aunque temamos lo peor, las cosas no están tan claras como podía parecer para lograr su ansiado apoyo.

Pero, por el momento, ya han comenzado los nacionalistas vascos, los que fingían  ser más inofensivos, a volver aprovecharse de quienes mueven el árbol de las nueces y subirse al carro para pedir su reconocimiento como Nación y el derecho de autodeterminación. Y mientras, la presidenta de Navarra, señora Chivite, otra joya, la que repitió hasta la saciedad –qué risa más tonta nos daba oírla- que no se había apoyado ni querría nunca saber nada de Bildu, ya ha pactado sus presupuestos con ellos. Caramba, caramba.

Todo está pendiente de negociación entre ambos partidos de izquierda con los independentistas y ya veremos que sucede, pero entre ellos dos aún no han llegado, ni les preocupa, a alcanzar ningún acuerdo programático de gobierno, ¿para qué? Lo importante es lo que se negocian y lo que sacia sus ansias: repartirse los sillones, que eso lo bordan. Es lo que Odón Elorza debe entender cuando dice que es la hora de la política y actuar con altura de miras.

No, no seamos tan mal pensados creyendo que ya hemos tocado fondo. ¡Quia!,  ya adelantábamos que todo puede ir siempre a peor y más con los dirigentes que tenemos; , el futuro es muy susceptible de seguir precipitándonos por la pendiente. En unos cuantos años hablamos, comparamos, y a ver qué ha pasado. Bueno, hablaremos  si para entonces nos dejan, claro.