Fue el dramaturgo griego Esquilo quien primero pronunció la sentencia: "la violencia acostumbra a engendrar violencia" y muy recientemente sería el Dalai Lama quien, tras los terribles sucesos del 11 de septiembre de 2.001, repetiría en Paris que "la violencia solo genera violencia".

Gavrilo Princip, un joven anarquista que soñaba además con ser poeta, tenía también unas  fanáticas inquietudes ultranacionalistas que le llevaron a hacerse activista del grupo extremista  violento  de ideología pro-yugoslava, Joven Bosnia, en los tiempos en que los Balcanes formaban parte del Imperio Austrohúngaro. Los falaces servicios secretos serbios  indujeron a Gavrilo a cometer los asesinatos del Príncipe heredero de la corona de Austria y Hungría, Francisco Fernando y su esposa Sofía, en Sarajevo el 28 de junio de 1.914, cuando tan extraviado idealista apenas contaba 20 años de edad. El magnicidio sería el detonante por el que un mes más tarde, el 28 de julio, estalló la Primera Guerra Mundial. Las causas de cualquier conflicto siempre son muy variadas: geopolíticas, geoestratégicas, económicas, una amplia variedad de factores históricos, sociales o las ansias de poder de unas potencias sobre otras, así que Gavrilo no pudo ser  el responsable único de tamaña desgracia, pero su crimen supuso la chispa que dio comienzo a la IGM y nunca sabremos cual hubiera sido el curso de la Historia de no haberse  ejecutado.

En 1.969 estalló una breve guerra, de solo 100 horas, ente Honduras y El Salvador cuyos motivos principales fueron las reformas agrarias que afectaban a campesinos inmigrantes salvadoreños por las políticas migratorias hondureñas y el excedente de mano de obra. Tampoco conoceremos lo que en cualquier otro caso hubiera sucedido, pero lo cierto es que  la gran rivalidad futbolística entre ellos hizo que tras dos complicados encuentros de sus selecciones, uno  en cada país, en el partido de desempate, celebrado en México, con vistas a una posible clasificación para el mundial de 1.970, tan tremendo antagonismo hizo que tras la victoria de los salvadoreños se produjeran graves disturbios. El Salvador había roto relaciones diplomáticas con Honduras un día antes del encuentro, Honduras decidió expulsar a cientos de miles de  inmigrantes del país vecino tras los altercados y ambos países acabaron declarándose una guerra que pasó a la Historia como la “Guerra del Fútbol”.

El uno de marzo de 1.992 se celebró en Sarajevo un referéndum que la comunidad serbia había boicoteado por considerarlo ilegal; una consulta para decidir si Bosnia-Herzegovina se independizaba de lo que para entonces quedaba de la antigua Yugoslavia. Ese mismo día, un mafioso y paramilitar bosniaco llamado  Ramiz Delalic, alias Celo (cabeza rapada), junto a otros tres compinches, abrió fuego sobre los invitados a una boda serbia cuando salían de la iglesia ortodoxa en la que se había oficiado la ceremonia nupcial. Los convidados se habían negado a retirar la bandera serbia que portaban; el padre del novio y el pope resultarían muertos por tal ataque. Un mes más tarde se iniciaría el asedio a Sarajevo por parte de las milicias y unidades del ejército serbio y así fue como dio comienzo la sangrienta guerra de Bosnia. Como premio a su acción, Delalic llegó a ser Comandante de una Brigada bosniaca formada principalmente por delincuentes y diez años después del fin del conflicto moriría a manos de unos gánsteres, oficio al que él siguió dedicándose toda su vida.

Al  Teniente Castillo, policía de declarada ideología izquierdista, le asesinó la extrema derecha en Madrid el 12 de julio de 1.936 siendo vengado al día siguiente por otros agentes de policía  que finiquitaron al Diputado y líder del partido monárquico Renovación Española, José Calvo Sotelo. Este último atentado está considerado como el detonante que dio lugar a que un, hasta entonces dubitativo, Francisco Franco, se uniese a la sublevación militar y diera comienzo la trágica Guerra Civil Española.

Son cientos los ejemplos de hechos aislados que no debieran haber tenido otra consideración que la de actos delincuenciales responsabilidad de unos culpables determinados, o sucesos que en sí mismos no deberían haber tenido trascendencia histórica alguna,  que han terminado por desembocar en autenticas tragedias y genocidios. Y el caso es que la demencia de un grupo de alucinados fanáticos exaltados o simplemente la de un transtornado, podría llegar a tener resultados impredecibles que serían largamente lamentados.

No tengo la menor intención de ser, ni siquiera parecer, alarmista y ya en octubre de 2.018 publicamos un artículo en este blog en el que definíamos el concepto “balcanización”, artículo en el que se expresaba la opinión de que en España un conflicto como el de la península de Los Balcanes nunca podría ocurrir.

https://elseptimojinete.com/que-es-la-balcanizacion/

Seguimos pensando que esa opción sería inviable porque tal y como allí relatábamos: creemos que nuestra coyuntura histórica y nuestra circunstancia social aún está muy alejada de lo que los yugoslavos hubieron de sufrir y un fenómeno similar no debería siquiera ser siquiera valorado en estos momentos. Pero tampoco deberíamos olvidar que hay algo inquietante en el ambiente y solo podemos desear que nuestros gobiernos, sean del signo que sean, sepan desarrollar las políticas más acertadas para que cualquier tipo de violencia quede descartado. Algo nos jugamos todos.

En estos días acaba de quedar "Visto para sentencia" el juicio a los políticos independentistas que se encontraban detrás  del llamado “procés” catalanista, presuntos responsables de actos delictivos y por los que presumiblemente pueden ser condenados a diferentes penas, en función del delito que en su caso se les pudiera atribuir. Una de las mayores polémicas que hay al respecto es la de que sus actos puedan ser considerados bien como sedición o bien como rebelión ya que las condenas podrían ser muy diferentes en un caso u otro. La diferencia de opinión proviene de que si bien es cierto que de ningún modo se produjo un alzamiento armado al estilo decimonónico, habrá que dilucidar si hubo violencia y si esta fue o no suficiente para constituir una rebelión.

Suficiente o no, lo innegable es que las muchas, muchísimas  actuaciones de los CDR alentados desde la propias instituciones catalanas, siempre han sido actos violentos, y el cerco a una sede de la “Consellería de Economía” con el resultado de dos coches de la Guardia Civil destrozados, un arma hurtada, una funcionaria teniendo que huir por el tejado tras horas de cerco mientras los “heroicos” Jordi Sánchez y Jordi Cuixart seguían encaramados a los vehículos policiales ultrajados dirigiendo a la exaltada multitud megáfono en mano, no parecen actuaciones con un marchamo muy pacifico. La actitud de la Policía autónoma, los Mossos, que a instancias de la autoridad competente se inhibieron de mantener la paz, incluso realizando actos conducentes a fomentar la resistencia de la población  afecta al independentismo frente a los otros cuerpos policiales cuando éstos tenían que impedir la colocación de las urnas ilegales, e incluso transportando los mismos Mossos dichas urnas cuando así convenía a sus superiores, no parece la más adecuada para mantener el orden público. Y tantas otras actuaciones que tantos otros testigos declararon en el juicio haber presenciado, sucesos que desembocaron en muchos actos de violencia. ¿Saben ustedes el peligro que comportaba el hecho de que tantas gentes, bien organizadas, se opusieran, y a veces no muy pacíficamente, a la acción de los antidisturbios en los falsos y pretendidos “colegios electorales”? Tan bien lo sabían los hoy procesados que lo que ellos precisamente buscaban era que existiesen víctimas que poder lamentar y como no lo lograron se las tuvieron que inventar. ¿Sabía el padre que estuvo allí llevando a su hijo de muy corta edad a hombros el peligro al que  exponía al niño? ¿Les parece imposible que hubiera podido salir algún loco como Celo de entre la multitud?

Si lo ocurrido fue suficiente  para que se  pueda considerar que hubo rebelión o no, es algo que compete a la justicia determinar, pero violencia existió. Por supuesto que existió y siempre bordeando, cuando no sobrepasando, los límites admisibles.

Y por ende, no podemos mirar para otro lado a sabiendas de que en muchos lugares de la españolísima Cataluña, la presión ejercida sobre la ciudadanía que no se considera independentista resulta insoportable. Hace pocos días nos hemos enterado de que una profesora de Tarrasa  agredió a una alumna de diez años porque la niña había dibujado una bandera de España en la portada de un álbum de fin de curso. Probablemente, aun pendiente de la oportuna investigación, esta señora resulte una tarada y su conducta sea la excepción, pero una tarada que lleva años adoctrinando a unos peques que crecerán en el odio a España, una desequilibrada que inculca a sus pupilos unos principios deshonestos, principios  que son los mismos que predican  la mayoría de sus colegas a la juventud.

Juzguen ustedes, pero las bolas de estiércol corren muy rápido cuando ruedan cuesta abajo.