Por muchos esfuerzos que la Conferencia Episcopal Española (CEE) haya hecho a través de su portavoz don Luis Argüello, por muchas explicaciones que sus medios de comunicación con sus mejores, sumisos, comentaristas a la cabeza hayan querido darnos, el papa Francisco ha vuelto a cometer un pecado de lesa españolidad en su misiva dirigida a los obispos mejicanos con ocasión del segundo centenario de la independencia de su país.
Bergoglio no ha venido nunca a España para disgusto de muchos católicos, mayoría aplastante en nuestra nación que ansía recibir la visita de cualquier papa y viajes prodigados por sus dos predecesores. Causó gran sorpresa la respuesta que en su día dio a un periodista: “iré a España cuando haya paz”. Se ve que, entre otros, el país que visitó en marzo de 2021, en donde terminó la guerra pero no la violencia, donde los atentados continúan, donde aún queda la rama de Al Qaeda “Estado Islámico de Irak” y sigue sufriendo graves problemas, Irak, el Pontífice considera que es un lugar más pacificado que España.
Jorge Mario Bergoglio, en una muy celebrada entrevista con Carlos Herrera, no ha mucho afirmó que es posible que algún día visite la basílica del Apóstol, pero que sería un viaje a Santiago de Compostela y no a España. Como no creemos sea desconocimiento de la geografía galaica, solo parece una frivolidad del lenguaje y denota pocas ganas de venir. En la misma interviú recomendó, "respecto a la lucha de Cataluña por independizarse de España (…) entrar en un proceso de dialogo y reconciliación”. ¿No debiera el papa informarse, antes de hablar, de que en Cataluña no hay ninguna lucha por la independencia y que lo único que existe es la cerrazón de una parte de catalanes tarados dispuestos a delinquir -como ya han hecho-, delincuencia que ha sido contrarrestada sin violencia, con la ley y el estado de derecho, y que si de algo se ha pecado es de excesiva confraternización del poder ejecutivo con los sediciosos/rebeldes concediéndoles el indulto? ¿A qué reconciliación y diálogo se refería? ¿Al mismo cambio de cromos del Sánchez que dice que aplicar la justicia es acto de venganza para mendigar algunos votos?
Pero volvamos a la citada carta a los prelados mexicas. Han sido bastantes los comentaristas de la actualidad, a los que se unió Isabel Díaz Ayuso, y que no, no se han equivocado, quienes han reprobado la frase del pontífice contenida en la misiva: tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización (sic)
Por mucho que nos quieran explicar que la carta va dirigida a los prelados mejicanos, no es imaginable que el pontífice enviara un mensaje que no era para todos pensando que no se divulgaría. No hemos sacado nada de contexto, la carta es breve -sí, señor portavoz de la CEE, la hemos leído toda- y nada de lo que allí se expresa contradice lo que hemos entendido. Cuando se está celebrando el aniversario de la independencia mejicana, si estamos orgullosos de haberles hecho abandonar las primitivas, salvajes y caníbales religiones anteriores, si España fue quien llevó a cabo su cristianización, ¿a quién acusa Francisco de haber cometido pecados, acciones y omisiones que, según él, no contribuyeron a la evangelización?
El papa Bergoglio demuestra un desconocimiento de la Historia en el que no creo, una nula consideración hacia el país que más ha expandido su religión católica por el mundo, o se le manifiesta con demasiada frecuencia algún tipo de espíritu montonero-tupamaro. Y la verdad es que, si no viene por la piel de toro, tampoco debiéramos echarle mucho de menos.