No se aprecia el valor del agua hasta que se seca el pozo.
Proverbio inglés

Además de otros grandes pactos como son la Educación o la Sanidad, España está necesitada de un holgado pacto del agua.

Las regiones más castigadas por la escasez de recursos hídricos son las levantinas y las del sur, sobre todo las del sureste y la huerta murciana. Pero no son las únicas y el problema nos lleva preocupando a los españoles desde hace mucho tiempo.

El trasvase Tajo-Segura fue proyectado por Indalecio Prieto como Ministro de Obras Públicas en tiempos de la segunda república aunque fuera ejecutado posteriormente durante la dictadura franquista; y cuando Juan Negrín fue Presidente del Gobierno en 1937, en plena guerra civil, se hicieron minuciosos estudios –a cargo del entonces director general de obras hidráulicas, Félix de los Ríos- sobre el transvase del Ebro hasta Valencia y Murcia, que tanto sigue dando que hablar desde que el gobierno de José María Aznar volviese a incidir sobre el mismo. Las obras hidráulicas también ocuparon un destacado lugar entre las inquietudes del franquismo, período durante el cual fueron numerosas las que se llevaron a cabo, de modo principal en forma de pantanos ¡Cuántas de estas inauguraciones no habrán visto en el NODO los españoles que han cumplido más de sesenta años!
Desde la muerte de Franco, tampoco se han dejado de ejecutar trabajos, con la creación de algunos nuevos embalses, el recrecimiento de otros y la implantación de nuevos sistemas de regadío. Pero todo ha resultado insuficiente como es bien sabido. El candente problema está muy lejos de haberse solucionado y continúa siendo objeto de grandes polémicas. El sistema autonómico parece ser una traba más pues en lugar de mostrarse solidarias, cada una de las Comunidades parece pensar solo en sus propias necesidades; y cuando digo cada una me estoy refiriendo a todas, sin excepción. Y también parece cierto que el trasvase Tajo-Segura está siendo poco útil, lo que tampoco resulta muy indicativo de que otras obras similares puedan resolver algo.
Las Confederaciones Hidrográficas parecen rendir una dudosa utilidad, porque tampoco se les aprecia mucha más capacidad que la de prevenir las riadas cuando ya no tienen solución o contarnos el caudal que en cada momento lleva cada uno de los ríos; y es que, a buen seguro, andarán escasas de medios.

Lamentablemente y aunque tengamos períodos de sequía prolongados, también es cierto que se alternan con otros en los que las riadas causadas por las abundantes lluvias o el deshielo, causan graves perjuicios a las infraestructuras ya construidas, a la agricultura y, lo que es peor, cobrándose en ocasiones alguna vida humana.
En lugares como el controvertido Valle del Ebro, la falta de motas o muros de contención adecuados o suficientes más la escasez de otras infraestructuras, llega a provocar en ocasiones situaciones dramáticas. La carencia de agua en el desierto de los Monegros con la necesidad de implantar suficientes regadíos más el déficit de otras obras perentoriamente necesarias, convierte a los aragoneses en enemigos acérrimos de trasvasar las aguas del Ebro, a lo que habría que añadir el desasosiego sobre los daños que dicho trasvase podría causar en el entorno del Delta del Ebro sobre la fauna, la vegetación y los espacios protegidos.
Mientras, por el contrario, desde las Comunidades levantinas suelen lamentar la supuesta insolidaridad de las que, según ellas, disponen de mayores recursos hídricos. Así, nos adentramos en un autentico callejón sin salida en el que los políticos defienden la postura de sus respectivos partidos en unas comunidades y miran para otro lado en otras, según el que sea el sentir mayoritario en cada una de ellas.
Y ese es el principal conflicto. Como en tantas ocasiones, las disputas políticas, la adopción por cada partido de una u otra postura basada o no en la ideología de cada uno de ellos, lastra sus capacidades para resolver, porque por más que a todos se les llene la boca de mencionar el dialogo como fuente para solucionar las discrepancias, su voluntad no parecer ser sino la de minar a sus oponentes sin admitir diferentes soluciones y sin presentar muchas alternativas.

El desierto, repito desierto, israelí del Negev es uno de los lugares del mundo en que la agricultura es más próspera gracias al uso de avanzadas tecnologías y el riego por goteo. En nuestra propia provincia de Almería son conspicuos sus cultivos bajo los célebres mares de plástico que crean un microclima interior y con poca agua logran unos cultivos extraordinarios. Existe también la posibilidad de construir más desaladoras -algo que ciertamente parece una solución muy cara pero eficaz-. Hay momentos, puntuales y poco habituales afortunadamente, el los que los ríos se llegan a desbordar de forma incontrolable por la ya citada falta de infraestructuras adecuadas, creando graves problemas en determinadas zonas que suelen ser, para colmo, siempre las mismas; en estas circunstancias son abundantes los daños y muchos los millones de metros cúbicos de líquido que se pierden en el mar y, por más que haya quien se empeñe, nunca es poca la pérdida y, de haber reservorios suficientes -los embalses hoy existentes no pueden recogerlo todo y encima tampoco se pueden llenar al ciento por ciento-, ese agua sería de gran utilidad cuando y donde fuere necesario.
En España hay años que llueve muy poco pero también los hay que llueve lo suficiente. Mucha agua no aprovechada pasa a los acuíferos subterráneos que, siendo abundantes, tampoco parecen estar bien aprovechados.

En definitiva, en nuestro país, si se explota eficazmente, debe haber agua para todos. Se derogó el trasvase del Ebro pero el Plan Hidrológico no dejó de existir aunque haya resultado ineficiente por más que probables errores de la administración; sin embargo:
• Se necesitan más infraestructuras para prevenir desastres naturales.
• Se necesitan también más infraestructuras para que el agua llegue a todos los lugares –primero a los que están en la cuenca del rio de que se trate, pero también a los demás-.
• Se pueden atender las necesidades medioambientales sin menoscabo de la flora y la fauna, sin escatimar una gota para su conservación pero aprovechando inteligentemente todo exceso que no sea necesario.
• Hace falta una buena planificación y el uso de la tecnología más avanzada cuando sea necesario, por cara que sea, ya que nos va mucho en el empeño.

Por lo tanto, lo único que faltan son voluntad y acuerdos políticos e inversión. Todo lo demás son ganas de tocar la lira como hacía Nerón viendo arder Roma. En España se malgasta mucho y se invierte poco y mal. Sin necesidad de entrar en detalles, todos lo sabemos.