El pasado 14 de diciembre publicaba en este blog un artículo en el que, asumiendo el riesgo de equivocarme, hacia unos pronósticos sobre lo que creía que podía suceder el día en que se celebraba el clásico del futbol español, un CF Barcelona versus Real Madrid, partido considerado de alto riesgo a causa de las amenazas de los autodenominados Tsunami Democrático, kale borrokas catalanistas, especialistas en alborotos callejeros, destrucción de mobiliario urbano y ataques con peligro contra las fuerzas del orden público.

A sabiendas de que es imposible acertar en todos los vaticinios, creo haber atinado al menos en un 80% de tales augurios:

.No hubo problema alguno durante la estancia en el hotel y para la llegada de los equipos y el equipo arbitral al estadio. Por lo tanto, acertamos al vaticinar pocos alborotos en conjunto.

.No se produjeron altercados callejeros previos; solo tuvieron lugar cuando ya había comenzado el 2º tiempo del encuentro, quizá coléricas las bestias a la vista de que en el interior del estadio sus pretensiones no habían obtenido todo el eco deseado, enfrentamientos violentos con los Mossos, quema de contenedores y demás barrabasadas. Acertamos, pues, a medias a este respecto, sucesos en cuanto a los que resulta cuando menos curioso que el Consejero de Interior de la Generalidad, Miquel Buch, achacase estos actos de violencia al enfrentamiento con grupos, según el mismo muy minoritarios, de ultras españolistas que, si bien es cierto que algo de eso tuvo lugar, no pudo ser ni mucho menos la causa de los posteriores acontecimientos en los que un policía resultó herido grave. Pero ya conocemos la forma de contar las cosas que tienen estos caballeros.

.Pronosticábamos, y no nos equivocamos,  al anunciar que la idea de fondo era crear un espectáculo soberanista en el estadio, que pudiera ser visto por cientos de millones de espectadores a través de las imágenes de televisión, algo pactado por la directiva del club con los alborotadores. A tal efecto se pudieron contemplar dos grandes pancartas con las consabidas frases “Spain sit and talk” (España siéntate y habla) y “Freedom” (Libertad) exhibidas cuando daba comienzo el espectáculo deportivo y que las cámaras de televisión de la productora Mediapró  del señor Roures, ¡quién si no!, mantuvieron enfocadas durante más de medio minuto. Tamaños cartelones solo podrían haber entrado en el estadio con antelación y en connivencia con el club, puesto que nadie hubiera podido introducirlos dadas las estrictas medidas de seguridad y control que se establecieron para el público. Se exhibieron también algunas banderas esteladas, no demasiadas, y en el minuto 55 se produciría el lanzamiento de algunos balones amarillos, bastantes menos de los que a muchos les hubiera gustado, que causaron que el partido se detuviera solo un par de minutos.

En definitiva un triple fracaso, primero porque no consiguieron movilizar a tanto gamberro como les hubiera gustado, segundo  porque el espectáculo deportivo eclipsó casi siempre lo que los cafres querían que se viera y finalmente porque el impacto internacional se centró exclusivamente en el encuentro de futbol. Ni un solo medio extranjero hizo alusión a las necedades del independentismo y a ello contribuyó en gran medida que el gran espectáculo futbolístico ofrecido por el esfuerzo y las habilidades de los jugadores fuera magnifico a pesar de que no se marcase un solo gol.

Tanto ruido para tan pocas nueces. Y es que el deporte es el deporte, la política es la política y la necedad uno de los patrimonios del fanatismo nacionalista y excluyente.