Los acontecimientos políticos nacionales se suceden a tal velocidad que ni analizándolos diariamente daríamos abasto a comentarlos todos en un solo artículo, pero asusta ver como nuestra democracia continúa degradándose cuando no es directamente prostituida. Con pesar, haremos un breve resumen de lo sucedido en las últimas fechas:

1.     Aunque pueda parecer otra cosa, me esfuerzo siempre intentando no criticar la labor de los jueces, aunque, al contrario de lo que creo deberían hacer el gobierno y cualquier partido a fin de no enredar la labor de los poderes legislativo y judicial, los ciudadanos tenemos todo el derecho a manifestar nuestra disconformidad con las sentencias judiciales si no nos gustan. Y mis deseos de no criticar los autos se ven muchas veces superados por el devenir de los hechos. Tal es el caso de la sentencia -o no sentencia- del Tribunal Supremo al salirse por la tangente en el caso de la denuncia presentada por PP y Vox contra el obsceno nombramiento de la ex ministra Dolores Delgado como Fiscal General del Estado. Es muy triste ver como el tribunal no llega siquiera a estudiar su idoneidad y zanja el asunto alegando, diríase que farisaicamente, que los partidos denunciantes “no están legitimados” para recurrir. Ridícula forma de inhibirse que suena solo a decisión cobarde porque, en otro caso, sería mucho peor ¿En qué regímenes no se permite a la oposición contradecir y ni siquiera acudir a la justicia antes los presuntos excesos del gobierno? Pues eso.

2.     Parece que al final, como en tantas otras ocasiones, esta vez un juez ha sido capaz de plantar cara al poder, forzando a la presidenta del Congreso, doña Meritxell Batet, a cumplir la sentencia que la obliga a despojar de su escaño al diputado pateador Alberto Rodríguez. La habitual desvergüenza de Podemos ni siquiera merece ser comentada, pero que una señora presidenta del Congreso, catedrática de derecho constitucional, haya tenido la desfachatez de preguntar, al tribunal sentenciador, cuál era la interpretación que debía dar a una sentencia tan explícita, resulta melodramático y clarificador de ciertas intenciones. Doña Meritxell es la presidenta del Congreso más sectaria y que más ha demostrado su seguidismo a un gobierno, por otra parte y en este caso acosado por sus socios, pero, afortunadamente, no parece que finalmente se atreva a ser la nueva Forcadell de España.

3.     No sabe uno bien como interpretar el hecho de que la Audiencia Nacional haya decidido extraditar inmediatamente a Estados Unidos al tristemente célebre “pollo Carvajal” sin dar al juez García Castellón la oportunidad de al menos intentar destapar el misterio de la financiación de Podemos -quizá también de otros-. De todos modos, es muy posible que la justicia estadounidense sea más capaz que la española de demostrar algo de lo que todos estamos seguros. Ya lo veremos.

4.     Por mucho que los medios "afectos al régimen” hayan querido pintarnos otro panorama, las sucesivas declaraciones de Arnaldo Otegui, una con aires de solemnidad desde el palacio de Ayete, y la otra en su círculo más habitual, han dejado claramente al descubierto los manejos del gobierno con los bildutarras, esa connivencia interesada por ambas partes, los unos para mantenerse en el poder a toda costa, y los otros para seguir con su hoja de ruta inexorable, vía que pretende y podría acabar con la unidad de España y con el sistema democrático que tanto costó emprender tras la muerte del general Franco. Qué poco le ha durado a Sánchez el traje de socialdemócrata con que trató de disfrazarse en el reciente congreso de su partido.

La separación de poderes, imprescindible para la pervivencia de la democracia, la constante injerencia e influencia del poder ejecutivo en el judicial, es hoy tan evidente como peligrosa para la existencia de la democracia liberal. Ya puede ser cuidadosa la oposición con los acuerdos alcanzados y por alcanzar con el partido de gobierno.

Afortunadamente, también tenemos acontecimientos positivos que comentar, como el de la entrega de los premios Princesa de Asturias con la asistencia de la Familia Real y las premiadas y ejemplares figuras de nuestra insigne deportista Teresa Perales y el altruista benefactor chef José Andrés, entre otros extraordinarios personajes del mundo mundial. Larga vida a la Corona