El calamitoso gobierno que sufrimos los españoles intenta vendernos la mercancía averiada de que ellos lo han hecho todo de modo sobresaliente y que, a causa de la pandemia que seguimos padeciendo y por la invasión rusa de Ucrania, no han podido obtener mejores logros aunque su labor haya sido excelente; pero la realidad es que todos esos dramáticos acontecimientos han servido solo como excusa para gobernar al margen del parlamento y para intentar justificar una pésima gestión que no hubiera alcanzado mucho mayores cotas en ninguna otra circunstancia.
La pregunta que todos nos hacemos es si ha comenzado un cambio de ciclo y todo parece indicar que la respuesta es afirmativa. Sánchez, cuya autoestima es infinita y al que no le faltan hagiógrafos tan lameculos como ese sinvergüenza cuyo nombre prefiero no citar pero que se apellida Tezanos, debe considerarse una semi divinidad cuando no un auténtico Dios que no es que sea trino y uno, es que le sobran sus 1.200 asesores porque él es ese uno que siempre impone su criterio a todos los monaguillos, en expresión del presidente de Castilla La Mancha, el socialista García-Paje, que le rodean. Si algo ha logrado Sánchez es el consenso absoluto en su partido en el que nadie se atreve a contradecirle. Sí, lo mismo que hace cualquier dictador que se precie.
El cambio de ciclo parece inevitable por varias razones. Aunque los actuales seudo socialistas aprendieran a gestionar, algo que se antoja imposible, su única esperanza se basa en que mejore la situación económica y eso no va a ocurrir porque, por una parte, la crisis financiera internacional va a continuar y aunque llegue una parte importante de los fondos europeos, sus políticas de aumento del gasto público no van a cesar, la impagable deuda seguirá creciendo, el déficit seguirá incrementándose, la inflación aumentará, la prima de riesgo también, la luz, el gas y la gasolina serán cada vez más caras, la gente tendrá cada vez menos dinero y estará más cabreada; pero el gobierno solo aplicará arreglos cosméticos tardíos e insuficientes como repartir dinero con un cheque de 200 euros (un solo pago, ojo), para los más necesitados cuando aun sigue sin llegar a la mayor parte de sus beneficiarios el cacareado Ingreso Mínimo Vital y, no digamos, las ayudas a los damnificados de La Palma. Todo farfolla y mohína para la olla.
Es muy difícil que la gente vote a un partido incapacitado para resolver sus problemas económicos. La gente no cree ni espera nada del Sánchez que tampoco romperá sus nefandas alianzas con aquellos con los que lleva cambalacheando cuatro años porque eso le obligaría a convocar elecciones y él quiere permanecer en el gobierno a toda costa hasta que no le quede otro remedio que abandonarlo. Eso es algo que no va a cambiar y es también una de las razones de que Moreno Bonilla arrasara, porque a la mayor parte de la ciudadanía no le gusta nada que sus gobernantes estén en manos de la extrema izquierda bolivariana, de golpistas irredentos o de filoetarras y, por ello, esa ciudadanía se defiende. A ninguna persona honesta le gusta que se permita homenajear impunemente a asesinos terroristas cuando salen de la cárcel y nadie cree aquello de que Otegui es un hombre de paz; y es verdad que todas esas facturas se acaban pagando con elevados intereses.
Mantener en el gobierno a sinsorgas y esperpénticas figuras como las de Alberto Garzón o Irene Montero con sus carísimos despropósitos, tampoco servirán de mucha ayuda para evitar el apocalipsis socialista.
Sánchez, el trilero mentiroso, despierta antipatía porque ha cometido todas las tropelías posibles con tal de permanecer en el gobierno y ahora, por mucho que quisiera simular moderación y por mucho que se vanaglorie de avances sociales puturrú de fuá o simplemente inexistentes, nadie con un mínimo de inteligencia le va a creer excepto los más fanáticos de los suyos, o tal vez ni esos.
Andalucía parece haber abierto un camino. En las elecciones autonómicas y municipales del próximo mayo veremos la evolución de todo y hasta puede que ahí se le acabe la fiesta al gobierno, pero al Partido Sanchista probablemente habrá que sopórtalo otro medio año más en el gobierno, pase lo que pase, y las consecuencias pueden ser desastrosas.