Es altamente improbable que el gobierno pueda salir indemne del callejón sin salida en que se ha visto metido con el problema de la crisis del Coronavirus tan pésimamente conducido.

Y no es previsible que salgan ilesos porque no les pueden salir peor las cosas, y todo por sus propios errores punibles, por su culpa. La mezcla de ineptitud, ocultación de la realidad y afán de mantener viva una coalición de gobierno cada vez más imposible de sostener, no pueden tener más final que el de una implosión descontrolada por mucho que sean maestros en el único arte que parecen dominar, el de la auto propaganda y el auto bombo. Ni siquiera por más que reciban numerosos apoyos de varias cadenas de televisión; amparo como el que recibiera el pasado día 26 la señora Ministra de Igualda, tras cumplir su cuarentena, dama a quien se le ofrecieron los micrófonos y la imágenes de su genuflexa “La Sexta” para que, sin apenas ser interpelada, pudiera proclamar ampliamente su inocencia con respecto a las celebraciones del 8M y culpar a todos los que no comulgan con sus despropósitos feministoides de todos los males de la Tierra. Porque no, señora, suya y de su amado líder benefactor, el único responsable de lo acontecido es el Gobierno y su, de todos ellos y de usted en particular, sectarismo. Sí, hicieron mal quienes permitieron celebrar un partido de fútbol en Valencia, hizo muy mal Vox en celebrar su asamblea de Vistalegre, lo hicieron fatal otros organizadores de eventos, pero eran ustedes y no ellos quienes disponían de toda la información privilegiada, eran sus señorías quienes fueron advertidos por la OMS y los científicos de que todas las aglomeraciones en esas fechas ya contenían un altísimo riesgo y era usted, y eran ustedes, quienes tenían que haberlas prohibido en lugar de promoverlas al grito de "mata más el machismo que el coronavirus". Y ahora cuénteselo a los familiares de los miles de fallecidos. Y lo peor es que engañaron a muchos, yo entre ellos, a quienes nos hicieron creer que el problema no tendría tantas consecuencias o serían  pequeñas y controlables. Desde el mayor respeto y con el permiso de todas las heroicas cajeras que tan épico comportamiento están teniendo en estas fechas, ese es el nivel del que nunca debió usted pasar, porque cajera de supermercado es un puesto dignísimo, pero para formar parte de un gobierno se requiere algo más. Usted no da la talla mental y menos la ética, solo la avalan su intransigencia, su fanatismo y su amable -con usted- jefe de filas. Márchese por favor y llévese a todos los suyos con usted.

Al presidente del gobierno se le ve cada vez más desencajado en sus pésimas apariciones a pesar de la pantomima del buenismo y las seleccionadas preguntas amigables que allí  recibe; cada vez que comparece un Ministro nos entran ganas de llorar y don Fernando Simón ya no sabe como salir de sus aprietos y sacar la cara por sus jefes; solo testifica para darnos, una y otra vez, el parte de guerra de la derrota. No se puede mostrar mayor falta de previsión, más inanidad e incompetencia en la gestión del problema, en la adquisición de recursos y todo cuanto tenga que ver con la crisis que nos está diezmando.

Para su infortunio, estos ineptos solo pueden sacar adelante sus propuestas gracias a los votos de lo que llaman “la derecha y la extrema derecha”, pero bien saben que les esperan al final del camino  y entonces les llegará el llanto y el crujir de dientes. Y lo malo para ellos es que se les agotan los argumentos para rebatir las razones de sus adversarios, porque más penosos no podrían resultar.

No sirve como argumento decir que otros estólidos como Boris Johson, Trump o Bolsonaro lo hicieron aun peor, porque nuestros destinos solo están en manos de nuestros propios gobernantes; podrían haber hecho, y no hicieron, lo mismo que países como Taiwan, Corea, Japón y muchos otros, que supieron actuar con la contundencia debida.

Este Gobierno no estaba diseñado para gestionar nada y mucho menos para superar una crisis de esta envergadura. No tienen ni puta idea de qué hacer y es que  encima son muy malvados. Los podemitas siempre con su podemismo, la función del Ministro de Sanidad -cuota del PSC- solo era la de servir de enlace con el catalanismo, el Presidente se arrogó la misión de seguir mintiendo y todos tenían la de mostrar lo que consideraban una cara amable para vendernos una mercancía aciaga muy alejada de su supuesto progresismo, pero se les ha caído el castillo de naipes. Era el cuento de lechera pero ésta se ha convertido en una Caperucita a punto de ser devorada por el lobo. Y me temo que el lobo se va a saciar esta vez. Hay quien apunta, y quizá no les falte toda la razón, que todo esto puede conllevar no solo responsabilidad política sino también penal, y un abogado, de nombre Pedro Valladares, ya ha presentado denuncia contra Pedro Sánchez por presuntos delitos de “prevaricación y lesiones por imprudencia profesional”. Me temo que todo se diluya porque sabemos como funcionan estas cosas, pero ya veremos.

Ante tanto pesar como nos invade no me parece apropiado incidir ahora mucho sobre los devastadores efectos que todo esto tendrá sobre la economía, pero con este equipo al frente vamos apañados.

No sé lo que pensará ahora don Mariano Rajoy de todo esto, aunque no me extrañaría que se sintiera aliviado y agradecido a Pedro Sánchez por haberle evitado un trance como el actual. Pero no nos debería caber la menor duda de que todo este problema hubiera sido mucho mejor gestionado, a pesar de que también sabemos que habría contado con una oposición bastante más belicosa desde el minuto uno.

Siempre he considerado a este Gobierno como el de la perversión e indignidad pero han superado todas mis expectativas. Lo único que cabe esperar es que los españoles, pasado este horrible trance, sepamos estar a la altura de las circunstancias para ponerles en el lugar que les corresponde. Veremos.