Es un clásico de todos conocido. Casi todas las televisiones públicas, la nacional (TVE), las autonómicas y ni que decir tiene que, de modo escandaloso la catalana TV3, pecan de falta de imparcialidad y de servir al amo, que no es otro que el dirigente político del partido que ostenta el poder. Todos se quejan de lo que ocurre cuando están en la oposición pero pecan con enorme gozo cuando gobiernan. Por ello no vamos a decir que unos sean más culpables que otros, pero lo que hoy viene a cuento es criticar a Televisión Española y a sus actuales responsables, que vienen dando mucho que hablar desde hace tiempo y de modo destacado tras los últimos "éxitos" cosechados a pulso. Y, qué le vamos a hacer, resulta que en estos momentos el máximo jefe de la Cosa, “la cosa più di loro che Nostra” es el señor Sánchez cum laude, conocido por el sobrenombre de Falconetti, doctor Falconetti en los ambientes más selectos de la capital del reino.
Hace más de un año se convocó el concurso público para dirigir RTVE -la idea es encomiable, lo digo sin sarcasmo alguno- aunque, de modo provisional y hasta que se resolviera, se nombró Administradora única a una mujer que hasta entonces todos considerábamos una periodista entrañable por su pasado, una comunicadora muy prestigiosa, aunque ahora ella misma se haya encargado de demostrarnos que su imparcialidad resulta más que dudosa. Rosa María Mateo, no sé si se lo creía, dijo que venía para unos meses y lleva ya más de doce en el cargo. Y el concurso en el aire, enterrado entre recursos sin poderse adivinar cuando se resolverá.
Durante este tiempo ha ocurrido algo parecido a lo de siempre. A un observador no avisado podría darle la impresión de que la objetividad es la norma de la casa, tal es la aparente lisura con la que se deslizan las informaciones interesadas y deformadas. Y ya sabemos aquello de que lo peor no es lo que se dice sino cómo se cuenta y, sobre todo, lo que se calla. En cualquier caso, nada nuevo a lo que no estemos acostumbrados.
Sin embargo hay ciertos aspectos novedosos y propios de la actual gestión a los nos queremos referir:
Recordarán todos nuestros potenciales lectores como los trabajadores de TVE se pasaron, los últimos meses del gobierno de Rajoy, realizando las protestas conocidas como los viernes negros en que periodistas, reporteros y cámaras, se concentraban esos citados días, vestidos de luto, para reclamar un acuerdo de renovación de la corporación de RTVE y protestar por la falta de imparcialidad del ente. Estas protestas se suspendieron, temporalmente decían, con el cambio de gobierno, o lo que es lo mismo tras la llegada de doña Rosa María y así sigue la cosa dos semestres más tarde sin que nadie parezca tener la menor inquietud. Claro que con la purga que la señora Mateo se encargó de realizar a su llegada, cuando no pocos díscolos vieron señalado el camino de la puerta de salida quizás otros perdieron el interés. Que con la izquierda no se juega, oiga. Ya saben aquello de moverse y no salir en la foto, frase al parecer creación de Alfonso Guerra.
Podríamos contar muchas cosas que no nos han gustado pero las dos más recientes son tal vez las que han colmado el vaso de nuestra paciencia y vamos con ellas:
· El pasado 23 de junio fueron beatificadas en la catedral de La Almudena, con la asistencia del cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, las 14 religiosas de la Inmaculada Concepción que en 1.936 fueron secuestradas, vejadas, violadas y fusiladas por milicianos del Frente Popular. Nos viene a la memoria lo que una, tan buena escritora como incalificable persona -evitaré usar otros merecidos adjetivos más despectivos-, Almudena Grandes, escribiera en una columna de El País sobre la violación de otra religiosa durante el mismo conflicto: “¿imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una patrulla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos?”.
Pues resulta que la noticia en la televisión de la Cosa Nostra fue que se había canonizado a unas monjas “desaparecidas” durante la guerra civil ¿Quién da más? ¿De qué memoria histórica estamos hablando todos los días? Qué fácil resulta ser santo de la Iglesia Católica ¿verdad?, solo con desaparecer, ¡a los altares!
· Pero rizar el rizo, lo que se dice rizar el rizo, fue lo conseguido con la entrevista al infame Arnaldo Otegui en el canal de TVE, 24 horas, la noche del 26 de junio. El único razonamiento exhibido desde las esferas de poder televisivas es que a todos los representantes políticos hay que darles voz en algún momento y todos los que forman parte de un partido legalizado tienen derecho a expresar sus ideas, pues en eso se basa la democracia. Claro que sí. Pero ese argumento, por cierto que sea, resulta absolutamente insuficiente en este momento. Y lo peor es que lo saben, lo sabe Rosa María Mateo y lo sabe Pedro Sánchez, los máximos responsables del atropello.
Éste Otegui, éste individuo, es un vil terrorista y digo es, en presente de indicativo, porque no se ha arrepentido, porque ni ha pedido ni jamás pedirá perdón por los execrables crímenes que se le imputaron, porque sigue y siguió ese día haciendo apología del terrorismo, porque mantiene que como en fecha pasada escribiera, “siente haber causado más daño del necesario y del que tenían derecho a hacer”, porque sigue demostrando día tras día ser un pajarraco repugnante que, por cierto, sigue inhabilitado hasta el año 2.021 para ejercer cargo público y cuya imagen algunos parecen pretender lavar y precisamente ahora, tras muchos años sin darle voz. En el peor de los casos podrían haber llevado a otro representante de Bildu sin las manos manchadas de sangre pero no, tenía que ser precisamente él por exigencias del “guion”.
Y el tuit justificativo de que tras Otegui también se entrevistaría a Rocío Monasterio, presidenta de Vox en la Comunidad de Madrid, con ese afán de equiparar a este partido con Bildu, al de los herederos de los asesinos de ETA con un partido de reciente creación que, nos guste o no su ideología, jamás ha llevado ni llevará a cabo un atentado terrorista, al partido de Josu Ternera y Chapote con el de Ortega Lara, ese tuit repito, no es sino la muestra palpable de la miseria moral que adorna la negra conciencia de algunos cuyos nombres no vamos a repetir más.
En estos días se han escrito tantos artículos, al alcance de cualquiera, denunciando la afrenta que nos han hecho a todos los españoles y en particular a las víctimas del terrorismo -tampoco han faltado algunas execrables voces a quienes les ha parecido bien-, que me siento incapaz de añadir algo nuevo y original, así que me limitaré a unirme a la conclusión a la que muchos antes han llegado y es que el momento elegido, después de lo recientemente acontecido en Navarra y poco antes del primer intento de investidura del doctor como presidente, no puede ser sino una concesión acordada y hecha al mundo abertzale para que Bildu, por activa o por pasiva, ya veremos, coopere a que dicha proclamación sea la que se busca con fruición. Y hacer coincidir -nada aquí es casual- esa entrevista con la víspera del homenaje a las víctimas del terrorismo en el Congreso, sobrepasa todos los límites de la decencia.
El caso es, sin embargo, que a pesar de tantos esfuerzos, honestos o no, la investidura sigue en el aire y no está asegurada ¡Manda güitos!