Después de mucho tiempo de haber ignorado olímpicamente todos los requerimientos de Díaz Ayuso, el presidente del gobierno se dignó finalmente a reunirse con la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) el pasado 20 de septiembre. Como si España no liderase  los ránquines europeos y casi todos los mundiales en cuanto a contagios, fallecimientos, caída del PIB y aumento del paro, acudió a la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol revestido de su aura de bondadoso y generoso superpoder benefactor para escenificar su pretendida y pretensiosa actitud de llevar la mano tendida a una Comunidad que, en realidad y como todas las demás, le importa un soberano bledo, olvidando o queriendo hacernos olvidar que -no lo digo yo, lo dice la ley de salud Pública- él es el máximo responsable de la gestión de cualquier pandemia que afecte a todo el territorio nacional.

La indecente campaña que desde el gobierno y sus voceros, mediáticos o no, se viene orquestando desde hace tiempo contra la Comunidad de Madrid, nos hace recordar que no hace mucho aquellos se quejaban de lo que llamaban uso político de la pandemia por parte de la oposición.  Mientras el día anterior Sánchez nos explicaba que se disponía a acudir en auxilio de la CAM, poniendo su más beatifica cara de bondadoso filántropo en una de sus entrevistas-masaje en La Sexta -donde si no-, lanzaba a sus más aguerridas mesnadas, digamos que Ábalos y Lastra, a otra furibunda descalificación de quien no consideran un adversario sino un enemigo. A todo ello se unieron las manifestaciones de protesta organizadas por Podemos y compañía, con Monedero e Isa Serra al frente, para que no faltase de nada. Y no habían transcurrido siquiera 24 horas de que Sánchez hablase de unidad y olvido de la lucha partidista, cuando el vicependemias Iglesias y la incombustible Lastra  se volvieron a despachar a gusto en contra de Ayuso. Y todo se rematará con una huelga de profesores, promovida por Podemos y apoyada, con algún disimulo, por el PSOE. Siempre nos hemos preguntado qué hubiese pasado en España si esta pandemia nos hubiera llegado con Rajoy o Casado presidiendo el gobierno  del país. La respuesta es fácil de adivinar.

De tan sonada reunión pocas consecuencias prácticas se han derivado más allá de la constitución de un grupo conjunto de trabajo, una especie de comisión de esas de las que en principio poco se puede esperar. Y espero equivocarme. Es positivo que se haya podido hablar, es buenoo que se haya constituido el grupo y ojalá se llegue a solucionar o al menos mejorar la situación de las gentes en la Comunidad madrileña, la región con peores datos de todas las demarcaciones europeas, sin olvidar que en nuestro país están nueve de los diez  territorios del Continente con peores datos de contagios, aunque muchos pretendan ignorarlo.

Si nuestros políticos no son capaces de aparcar la pelea  partidista e ideológica mal porvenir nos espera.

Pero todo podría ser peor. Leemos estos días una noticia a la que se está prestando escasa atención pero que de ser cierta resultaría muy preocupante. Al parecer Pedro Sánchez y el alto representante para la política exterior europea, Josep Borrell, habrían tratando de enviar una comisión a Venezuela que garantizase (¿…?) unas elecciones en condiciones democráticas. La idea parece haberse encontrado con el rechazo frontal tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea. No creemos que el plan fructifique ni siquiera como una comisión privada española, siguiendo la línea ideológica de Iglesias y Zapatero, y no debiéramos olvidar que, sean como sean los comicios en Venezuela, todas las formaciones políticas que se vayan a presentar son afines al gobierno de Maduro porque el resto ni quieren ni pueden hacerlo.

Todo esto, repito, puede quedar en nada pero el solo hecho de que se haya llegado a considerar y las palabras que pronunciara la ministra de asuntos exteriores de España en una entrevista radiofónica: “si hay espacio, por pequeño que sea, para que [en Venezuela] se celebren elecciones con condiciones democráticas, España lo apoyará”, no presagian nada bueno de este gobierno.

Sánchez e Iglesias ¿tanto poder tiene el segundo sobre el primero?, ¿tanto monta monta tanto?, ¿de quién nos podemos fiar? Venezuela no es Cuba, aquí no puede pasar lo mismo,  decían los venezolanos hace ya muchos años.