Desde el año 2008, más de 7000 cristianos masacrados y unos 7800, en su mayoría menores y mujeres secuestrados, fueron el resultado de las atrocidades cometidas por las más de 20 organizaciones yihadistas de etnia fulani, incluida la temible Boko Haram, con la complacencia del gobierno nigeriano, de mayoría musulmana, al que parece seducirle la idea de convertir Nigeria en un estado islámico. No es el único, pero si el mayor caso exterminio de cristianos. A una execrable izquierda, al menos a una gran mayoría de ellas, incluida la española, parece preocuparle poco o nada la situación del África subsahariana que acabamos de denunciar. Tampoco les preocupó ni calificaron como genocidio la matanza de cristianos armenios por parte de Azerbaiyan en 2023. Podríamos señalar otros casos de hechos similares contra creyentes cristianos además de muchas matanzas y barbaridades del mismo o distinto signo que ocurren en otros lugares del planeta, como por ejemplo lo que sucede en Sudán; pero son tantos los sucesos que no caben en un artículo como este.
Ciertamente el mundo en el que vivimos es un lugar muy peligroso y todas las atrocidades que en él ocurren debieran ser denunciadas, pero no todas lo son; y no lo son porque existen otras armas, armas virtuales y silenciosas aunque también muy peligrosas; hablo de las ideologías extremistas, sean del signo que sean, que pueden llegar a obnubilar las mentes de muchos intelectos distraídos. Ideologías maquiavélicamente manipuladas por cerebros corruptos capaces de conducir a masas maleables por caminos confusos.
Lo que está ocurriendo en Gaza es, sin duda, terrible y abominable, una masacre execrable por la que el Tribunal Penal Internacional (TPI) ha emitido órdenes de arresto contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y su ministro de defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra y contra la humanidad. Al menos de momento, el tribunal no ha calificado sus actos como genocidio y del artículo sexto del estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, no se puede deducir que lo sea, se empeñe quien se empeñe. En cualquier caso es el propio TPI el único que podría cambiar la calificación de los delitos y, si llegara el caso, como tal habría que considerarlos.
Tampoco la ONU ha denominado genocidio a las matanzas de Gaza como algunos pretenden hacernos creer, sino que quien lo ha hecho ha sido una comisión independiente de las muchas que remiten informes a Naciones Unidas que no implican nada en si mismos ni son vinculantes; pero es que, además, no es la ONU la que está cualificada para sentenciar, ni condenar o absolver delitos. La ONU es la principal Organización Internacional del mundo, un foro capaz de adoptar decisiones y emitir resoluciones basadas en el Derecho Internacional, un derecho y unas leyes que no promulgan Naciones Unidas.
En cualquier caso, lo importante es el delito y no el nombre que se le asigne y parece una solemne estupidez que estemos, día sí y día también, estableciendo una absurda discusión semántica porque en lo que debemos estar todas las mentes normales es en condenar los crímenes y, en eso, creo que estamos de acuerdo la inmensa mayoría. Lo también lamentable es que quienes defienden el uso del término genocidio descalifiquen a quienes, aun condenando la masacre, la llamen de otra manera y les acusen de defender el delito que se está cometiendo. Eso, al menos, es lo que ocurre en España, pero también sabemos bien con qué clase de izquierda sanchista nos jugamos los cuartos.
Las izquierdas, peor cuanto más extremas, hace tiempo que perdieron el referente ideológico de la “lucha de clases” aunque algún o alguna deficiente intelectual como nuestra ministra de trabajo y vagancias varias, aun recurra alguna vez a ella. Acabadas las posibles y manidas alusiones a la “dictadura del proletariado”, tras la llegada del eurocomunismo de Berlinguer, Marchais y Carrillo y aportaciones como la de Ernesto Laclau, acabaron por intentar adueñarse de conceptos como el feminismo, el ecologismo y el cambio climático, todos desde el punto de vista más radical. Pero como esos conceptos también les deben parecer escasos, han acabado por abrazarse a otros como el de la eliminación de fronteras y la autorización de las migraciones incontroladas con el objetivo de minar los estados y producir un cambio del orden mundial similar al que proclama el indescriptible George Soros. Más aun, no contentos con todo ello, nada les debe parecer mejor para hacer daño a las democracias liberales occidentales, al cristianismo que consideran cómplice, a la libertad en suma, que fraternizar con el islamismo radical.
El antisemitismo antijudaista es una constante histórica mundial, al menos desde que se produjera la gran diáspora o dispersión hebrea en el siglo I durante la ocupación del imperio romano; el antisemitismo se ha instalado en muchas culturas, un antijudaismo cuya máxima expresión tuvo lugar durante el holocausto nazi (genocidio, ese sí, que causó más de seis millonesde muertos) y ahora es la gran inspiración del islamismo radical, muy especialmente del terrorismo yihadista. Por muy contradictorio que parezca, en la izquierda extrema, la que se autodenomina más progresista, ha crecido la idea de simpatizar con quienes cuelgan a los homosexuales, a los mismos homosexuales cuya causa dice abanderar la progresía, hasta concordar incluso con corrientes terroristas como Hamas. Todo les parece bien siempre que atente contra la democracia liberal y sirva para instalar su “democracia popular”.
Y mientras, ¿qué hacen las derechas? En su mayoría muy poco porque, como es habitual, una gran parte parece estar acomplejada, y no solo las derechas de España. Es un complejo bastante generalizado solo combatido seria y sensatamente por algunos dirigentes como la italiana Meloni o la misma Isabel Ayuso, mientras otras se pasan de frenada y resultan más un lastre que otra cosa.
Es en este contexto donde se mueve el conflicto actual israelita-palestino de Gaza, con un Netanyahu dispuesto a todo, a cualquier barbarie y crueldad con tal de liquidar a Hamas y un Hamas dispuesto a terminar con los judíos. Pero Netanyahu no es el estado de Israel y muchos israelitas difieren de Netanyahu.
¿A qué se refieren quienes desde Europa o América defienden la instauración de un estado palestino?¿Al estado que los propios palestinos llevan rechazando desde que se les ofreció en 1947?¿Al estado único de Palestina después de lograr expulsar a los israelitas con su “desde el rio hasta el mar”?¿A un estado gobernado por los terroristas de Hamas? Creo que no saben ni lo que dicen, pero así deben creer que sus incondicionales les van a respaldar más.
Lo que está sucediendo es España es de aurora boreal. A Pedro Sánchez, a su partido, a sus estómagos agradecidos, a Sumar, a Podemos y a toda esta basura progresista que vive, y muy bien, de nuestros impuestos, Gaza, los palestinos y hasta los niños, les importan cero, pero todo sea por tapar los escándalos continuos y continuados del presidente y su familia, los del PSOE y sus mangantes, el del Fiscal General y los que vengan que será muchos. Pero pese a todo, pese al gobierno, pese al ministro del ramo, la justicia sigue y seguirá, aun perseguida desde el ejecutivo, inexorablemente actuando. Oriente Medio seguirá proporcionando muchas noticias, pero noticias que irán diluyéndose poco a poco en los telediarios, mientras las causas jurídicas contra Sánchez y toda su esfera de poder seguirán desangrandoles durante mucho tiempo.
LA OBRA MAESTRA DE LA INJUSTICIA ES PARECER JUSTO SIN SERLO(PLATÓN)