La lista de sus desmanes, políticos y no políticos, puede resultar interminable, pero lo que este tramposo, mentiroso e irrelevante hombrecillo que actualmente preside el consejo de ministros español, en lo que está convirtiendo las relaciones internacionales muy especialmente en su última gira voladora por los Estados Unidos de Norteamérica, alcanza límites inconmensurables. Y lo más lamentable es que, en esa comedia bufa, nos representa a todos.

Ningún otro jefe de gobierno, ni español de extranjero, había perseguido durante unos segundos a un presidente de USA intentando "comerle la orejilla", mientras este le ignoraba olímpicamente con el más absoluto desprecio, como ocurrió durante la última cumbre de la OTAN. A ningún otro mandatario de ningún otro lugar, se le hubiera ocurrido ir al país de la primera potencia mundial sin una agenda repleta de contactos al máximo nivel. Por supuesto que Biden, que lleva desdeñándole desde que llegara a la Casa Blanca -y lo que te rondaré-, no iba a concederle un solo minuto, pero es que ninguna autoridad, absolutamente nadie de ningún partido yanqui, le ha prestado la menor atención. Algunas entrevistas en cadenas de televisión de segundo rango, algunas reuniones con pocos agentes económicos, la inauguración de una Oficina Comercial en Nueva York -oficina que lleva allí mucho tiempo- y, según él mismo, poner a España en el radar de los inversores norteamericanos que han visto que España es un país chupi lerendi para traerse la pasta, sobre todo cuando al mismo tiempo han oído a la podemita ministra de trabaje de nuestra matria, amenazar con freírles a impuestos.

Con las manos vacías y varios cientos de miles de euros menos despues, ha vuelto el bueno de don Pedro de su turné americana, tan vacías que ni siquiera sus dóciles y disciplinados ministros lameculos se han dignado a recibirlo entre los habituales y cariñosos aplausos. Y ojo señores ministres todas todos y todes, vigilen sus traseros, que ya saben como se las gasta el presi.

Sánchez es aquel que iniciara sus marrullerías internas colocando una urna falsa tras una cortina, el doctor al que le hicieron la tesis y encima plagiando, el mentiroso compulsivo que tanto se gusta en los aló presidente, el aliado de extremistas de izquierda y delincuentes separatistas enemigos de España, el que va encaminado a dejar la secuela del mayor desastre económico en este país después de la posguerra y elevar el paro hasta límites insostenibles, el presidente europeo peor valorado por sus conciudadanos, el jefe de un gobierno situado entre los que peor han gestionado la pandemia según agencias internacionales como la Lowy Institute, o estudios de Cambridge, Oxford y Johns Hopkins, el que a toda costa quiere controlar todos los resortes judiciales, desde la fiscalía general de estado hasta el CGPJ, el presidente al que no le sale la palabra dictadura para calificar al castrismo de Cuba, el mismo que se baja los pantalones un día tras otro ante el procaz e insaciable independentismo solo por seguir en su puesto hasta el fin de la legislatura.

Unos dicen que Sánchez es un ególatra narcisista sin ideología definida y hasta un sicópata al que todo le da igual con tal de mantenerse en la Moncloa. Otros afirman que es tan extremista como lo pudieran ser Pablo Iglesias o Yolanda Díaz. En realidad puede ser una mezcla de ambas cosas. O no. O tal vez ni él mismo lo sabe ni le importa otra cosa más que poderse pasear haciendo giras con el Falcon.

Decía Mahatma Gandhi que si hay un XXX en el poder es porque quienes lo eligieron están bien representados. En realidad Gandhi escribió la palabra idiota  donde yo he puesto XXX pero mi acendrada educación me impide insultar a nadie, así que dejo al libre albedrío de cada cual rellenar las tres equis con el adjetivo que desee.

Nunca le diría a nadie a quien tiene que votar; por supuesto que cada cual deposite su papeleta de acuerdo con su conciencia. Pero sé que si yo fuera de izquierdas seguiría siendo una persona sensata y estoy seguro de que abjuraría de la colaboración con independentistas. Pero si mis principios me impidiesen votar a cualquier partido de centro o de derechas, a un partido de ideología liberal, si no encontrase a nadie acreedor de mi confianza, me quedaría en casa o iría y votaría en blanco. Pero votar al PS, antes PSOE y hoy partido sanchista, al que traicionó los más elementales principios de la izquierda democrática, convertirme en un XXX, jamás.